jueves, 11 de junio de 2015

COMO VIVIR CON DIOS, de Swami Chetanananda-Capítulo 12: EL MISTERIOSO KALPATARU

              El 1º de enero de 1886, en el jardín de la casa de Cossipore donde vivió sus últimos días, Sri Ramakrishna se manifestó como el Kalpatarú, el árbol que cumple los deseos. Bendijo a sus devotos, diciendo: "Sean iluminados".

        Ahora, cada año, se celebra en Cossipore el festival del Kalpatarú. Una inmensa multitud se reúne en la quinta de la casa donde Ramakrishna había vivido, deleitándose en la memoria de este bendito evento. De lejos y de cerca viene la gente para rogarle a Ramakrishna que cumpla sus deseos, porque Dios es el Kalpatarú.

          Imaginemos que estamos en esa quinta durante el festival. En un rincón del jardín vemos un gran árbol de mango, y sentado a su sombra, un anciano de tez blanca está narrando la historia del Kalpatarú. Con una dulce sonrisa en su rostro, el narrador comienza su historia: "El misterioso Kalpatarú es un árbol celestial. Nadie lo ha visto, pero todos oyeron hablar de él. De este maravilloso árbol, uno obtiene cualquier cosa que desee, pero la oportunidad llega sólo una vez al año. La gente espera este día auspicioso durante todo el año.

          "Al comienzo de la creación, nació en la mente del Creador el deseo de volverse muchos. De muchas maneras el Creador jugó con deseos, pero finalmente les dio todos estos inquietos deseos a los seres humanos. Él mismo quedó completamente libre del deseo. Les dijo a los seres humanos:  'Ahora, ustedes pueden jugar con los deseos y divertirse. Para mi, no me guardé ninguno; se los di todos a ustedes. A pesar de que yo estoy libre de deseos, reino sobre ellos. Soy el Kalpatarú, el árbol que cumple los deseos.' 

          "El deseo es engañoso y hechicero. No tiene principio ni fin. Los seres humanos envejecen, pero el deseo no. Goza de eterna juventud. Le encanta bailar en la mente de la gente, levantando allí olas tormentosas. Borracha de deseo, la gente pide constantemente: Danos esto y danos aquello. Danos juventud y belleza. Danos dinero y propiedades. Danos objetos de placer. Danos cuerpos sanos. Danos magníficas mujeres y hermosos hombres. Danos preciosos hijos . Danos felicidad.

            "La gente va a los templos con una lista de deseos. Si ustedes van al templo de Shiva Tarakeswar, verán piedras atadas con cuerdas, que cuelgan por todas partes de las balustradas del templo. Estas piedras las dejan los pobres y afligidos para que quede una marca de sus ruegos. Pueden escuchar a la gente golpear con sus cabezas el piso de mármol del templo. Pueden escuchar los ruegos que figuran en la Invocación al Chandi: Rupam dehi jayam dehi yasho dehi, dwisho jahi - Oh Madre, dame belleza, victoria y fama y destruye a mi enemigo."

          Mientras describe el misterio del deseo, el narrador mira de reojo a dos jóvenes muchachas. Una de ellas, Kalpalata, le dice a su amiga Hemangini: "Vámonos. Ya escuchamos bastante de esa charla. Somos seres humanos comunes, además la vida humana está conectada a los deseos. Nuestro Ramakrishna dijo que Dios es el Kalpatarú. Deberíamos pedirle todo lo que necesitamos. Él cumple nuestros deseos.Tenemos que pedirle lo que queremos a Él, no a la gente de la calle. Vayamos al pandal y escuchemos el kirtan.

          Hemanguini responde: "Por favor espera un rato. Ya escuchamos kirtan muchas veces. En este día auspicioso, escuchemos sobre el misterioso árbol que cumple los deseos."

          El narrador continúa: "Es cierto que Ramakrishna dijo que Dios escucha nuestros ruegos y los cumple cien veces. Pero nuestros rezos deben ser genuinos y sinceros. Él también nos advirtió que deberíamos ser extremadamente cautelosos cuando le pedimos algo al Kalpatarú. Algunos ruegos pueden ser muy, pero muy peligrosos. Escuchen una de las historias de Ramakrishna:

        "Cierta vez un viajero llegó a una extensa llanura. Había estado caminando bajo el sol por muchas horas, por lo que estaba totalmente exhausto y transpirando profusamente. Para descansar un poquito, se sentó a la sombra de un árbol. No estaba conciente de que se había sentado bajo el Kalpatarú. Estaba muy hambriento y sediento. Apenas pensó en comida y bebida, al instante encontró agua fresca y varias clases de deliciosas comidas delante de él. Enseguida comenzó a comer y beber, disfrutándolo inmensamente. Entonces empezó a pensar que sería lindo si pudiera tener una buena cama para dormir. Apenas apareció esta idea en su mente, y ya apareció una confortable cama a su lado. Quedó asombrado pero se extendió sobre ella. Entonces pensó qué placentero sería si una joven muchacha pudiera masajear su dolorido cuerpo. Inmediatamente apareció una joven y le dio un masaje. Instigado por estos sorprendentes sucesos, se quedó reflexionando sobre todo lo que había vivido ese día. Pero entonces se le ocurrió esta idea: '¿Qué pasaría si ahora viniera a atacarme un tigre?' En el acto, un tigre saltó sobre él, le quebró la nuca y comenzó a devorarlo. Así el viajero perdió su vida. 

          "Este es el juego del misterioso árbol que cumple los deseos. Este es el destino de los hombres en este mundo. Si durante la meditación, ustedes piden dinero, objetos del mundo o renombre y fama, sus deseos serán satisfechos hasta cierto punto, pero recuerden que detrás de cada don que reciben está el temor del tigre. Esos tigres - enfermedad, desamparo, preocupaciones, pérdida de honor y riquezas, etc - son miles de veces más terribles que un tigre viviente. "

          Un joven llamado Nikhil está escuchando al narrador, con la mente absorta. Había leído una vez sobre el incidente del Kalpatarú en un libro bengalí. En su mente surge esta idea: "En ese auspicioso día, el Maestro bendijo a los devotos, diciendo: 'Sean iluminados'. Como resultado algunos tuvieron éxtasis, samadhi, visiones, despertar de la kundalini, etc. A mi me parece que yo debería pedirle al Kalpatarú Ramakrishna que me de la dicha de Brahman." 

        Y el narrador continúa: "Ramakrishna era un mago del samadhi. La mayor parte del tiempo estaba absorto en samadhi; y si alguien quería samadhi, Él podía transmitírselo por medio de un toque o escribiendo un mantra sobre la lengua del devoto. Un aspirante común puede experimentar samadhi pero no puede dárselo a otros. 

      "Cierta vez, Mathur le pidió al Maestro que le diera bhavasamadhi. El Maestro dijo: '¿Por qué me pides samadhi? Estás muy bien así, estás disfrutando ambas clases de felicidad, la secular y la espiritual. Cuando alcances samadhi, tu mente quedará completamente abstraída del mundo. ¿Entonces quién va a proteger tus riquezas y tus propiedades? Todo lo que posees te lo van a saquear indiscriminadamente. Y después  ¿qué harás?' 

            "Pero ¿quién iba a escuchar esto? Mathur seguía inexorable. Insistía en que el Padre le diera bhava samadhi.  Entonces el Maestro dijo: 'Muy bien, voy a preguntarle a la Madre sobre esto. Ella hará lo que Le parezca mejor.' Algunos días después, Mathur experimentó bhava samadhi. Y el Maestro describió lo que sucedió: 'Mathur me mandó llamar. Cuando fui adonde él estaba, lo encontré completamente cambiado. Ya no era el mismo hombre. Hablaba sobre Dios y al mismo tiempo derramaba torrentes de lágrimas. Sus ojos estaban rojos de tanto llorar y su corazón palpitaba. Cuando me vio, cayó a mis pies y los abrazó. 'Padre, lo admito, ¡me doy por vencido! Hace tres días que estoy en este estado. Se está echando todo a perder. Por favor, acepta de vuelta el éxtasis que me diste. No lo quiero.' 'Pero tú me pediste éxtasis,' le dije, y él respondió: 'Sé que lo pedí. Es realmente un estado dichoso. Pero, ¿ de qué me sirve la dicha si todos mis asuntos se están haciendo añicos?' Este éxtasis tuyo, Padre, sólo te sienta a ti. Todos los demás, en realidad no lo queremos. Por favor, tómalo de vuelta.' Entonces, yo me reí y dije: 'Eso es lo que te estuve diciendo todo el tiempo'. 'Sé que lo hiciste, Padre, replicó Mathur, ¡pero lo que yo no comprendía era que esta cosa me iba poseer como un fantasma y que yo no iba a poder dar un paso ni hacer nada que no fuera exactamente como él me ordenaba, las veinticuatro horas del día!' 'Entonces, froté el pecho de Mathur y él volvió a ser el mismo de siempre.'

                 "Hriday también le pidió samadhi al Maestro, pero entonces se vio en grandes apuros. Durante su éxtasis, gritaba frenéticamente una y otra vez: 'Oh, Ramakrishna, oh, Ramakrishna, nosotros no somos seres humanos. ¿Porqué estamos aquí? Ven, vayamos de pueblo en pueblo y salvemos a las almas humanas. Tú y yo somos lo mismo.' Más tarde, el Maestro comentó: 'Cuando escuché sus fuertes gritos, dije: Ah, ¡tranquilo, tranquilo! ¿Porqué estás gritando así? La gente va a pensar que pasó alguna calamidad y va a venir corriendo'. Pero él no me hizo caso. Entonces, yo corrí a él y dije, mientras tocaba su pecho: "Madre, hacé que este bribón se vuelva torpe y estúpido como antes".'  

          "En otra ocasión, el Maestro escribió un mantra sobre la lengua de un devoto. Inmediatamente, éste entró en éxtasis y comenzó a cantar 'Madre, Madre'. El Maestro le pidió a alguien que lo acompañara de vuelta a su casa. Cuando su mujer lo vio, se puso furiosa y pensó para sus adentros: '¿Qué es esto? ¡Está borracho! ¿Dónde anduvo? No habla. No come. ¿Lo habrá hechizado alguien? ¿Qué me va a pasar a mí? ¿Cómo podré hacerme cargo de los chicos?' 

           "Ella oyó decir que el Paramahamsa de Dakshineswar le había hecho eso a su marido. Enseguida buscó un acompañante y fue de prisa a Dakshineswar. Preguntó: '¿Dónde está el Paramahamsa?' y llegó hasta Él. Entonces estalló en llanto, exclamando: '¿Qué le ha hecho usted a mi marido? ¿Cómo voy a cuidar mi casa y a mis chicos?' El Maestro se sintió desconcertado, y dijo: 'Por favor tráigamelo de vuelta aquí'. Ella se fue a su casa y entonces lo acompañó al marido a Dakshineswar. 'Parece ser una dosis muy pesada', dijo el Maestro. 'Saca otra vez la lengua.' Entonces el Maestro escribió algo sobre su lengua y él se volvió otra vez normal.

            "¿Quién es capaz de resistir el samadhi?(sigue diciendo el narrador) El día del Kalpatrú, el Maestro tocó a un devoto, entonces su cuerpo se torció y cayó al suelo inconciente. ¿Después de escuchar estas historias, todavía queda alguien que aspire al samadhi?

             El joven Nikhil comprende.

             Un rato después, llega un aspirante tántrico llamado Swami Bhairavananda y se sienta bajo el árbol de mango. Su vestimenta es roja. Su pelo, lanudo, su barba y bigotes, de color negro y gris. Como fuma cáñamo, tiene los ojos enrojecidos. Vive en el crematorio de Cossipore y repite su mantra a la medianoche. Mientras escucha al narrador, va pensando: 'Si yo pudiera tener uno de los ocho poderes ocultos, sería famoso. La gente vería en mi a una gran alma.'

            El narrador continúa: "Nuestras escrituras dicen: 'Eviten al ego como si fuera alcohol, la fama como si fuera el infierno, el poder como si fuera inmundicia de cerdo. Renuncien a estos tres y sean felices. Ramakrishna despreciaba los poderes ocultos y ponía en guardia a los aspirantes espirituales, diciéndoles que son grandes obstáculos para el ioga. Comparaba a los poderes ocultos con inmundicias y decía que no valen más que un centavo.
  
        "Quizás recuerden ustedes que el gurú tántrico de Ramakrishna fue la Bhairavi Brahmani. Ella tenía un discípulo llamado Chandra, quien había logrado un poder oculto llamado gutika-siddhi. Después de santificar un gutika (una minúscula pelotita) con un mantra y sujetarlo sobre su brazo, él podía hacerse invisible y así ganar acceso incluso a lugares que estuvieran estrictamente custodiados. Si alguien logra poderes ocultos antes de realizar a Dios, se vuelve egotista. Esta sobreestima del ego atrapa al aspirante en una red de deseos, que le impide cualquier futuro progreso hacia un ideal espiritual más elevado. Y finalmente esto se vuelve la causa de su caída. 

            "A medida que pasó el tiempo, Chandra quedó infatuado con la hija de un hombre rico. Comenzó a usar su poder oculto para visitarla secretamente. Sin embargo, al final lo descubrieron y lo humillaron. Y así perdió todo su poder. 

              "Ramakrishna  nos enseñó un maravilloso rezo: 'Madre, yo no quiero ningún placer físico. Madre, no quiero renombre ni fama. Madre, no quiero los ocho poderes ocultos . Madre, no quiero los otros cien poderes. Madre, dame devoción pura a Ti, inalterable, libre de egoísmo; que yo nunca sea engañado por Tu maia que hechiza al mundo entero'.

               Bhairavananda escucha esto con mucha atención mientras acaricia su barba.

             Mrinmay, un joven de Baranagore que recientemente  logró su título de bachiller en artes (B.A.), vino a Cossipore para rogarle a Ramakrishna que le diera un empleo. Pero la quinta está atestada de gente y la larga cola de los que quieren entrar al oratorio llega hasta la calle principal. Entonces decide salir del cálido sol y sentarse un rato bajo el árbol de mangos. Mientras escucha al narrador, recuerda que el Swami Saradananda, en su  Sri Ramakrishna Lilaprasanga (Sri Ramakrishna y Su Divino Juego) examinó la ciencia llamada alquimia. Y de repente surge en su mente el deseo de transformar metales de menor valor en oro.

               El narrador continúa: "La gente llega al Kalpatarú y le pide dinero, oro y plata. Los que leyeron el Lila Prasanga saben que Tota Puri, el gurú de Ramakrishna poseía el conocimiento de la alquimia. Le contó a Ramakrishna que por medio de ese conocimiento había convertido cobre y otros metales en oro en muchas ocasiones. Le dijo que los paramahamsas mayores de su comunidad tenían ese conocimiento y que él lo había recibido de su gurú y le explicó su tradición: 'Está estrictamente prohibido usar este poder para un interés personal o para disfrutar de  lujo alguno. Para el que lo haga, la pena será la maldición de su gurú. Hay muchos monjes en esta comunidad y a veces el que está a la cabeza de la misma tiene que viajar con ellos de un lugar de peregrinaje a otro. También tiene que hacer los arreglos para su comida y otras necesidades. La orden del gurú es : "Si en esas circunstancias llegaran a quedarse cortos de dinero, el monje que está a la cabeza tiene permiso de usar su conocimiento de alquimia para servir a los monjes" ´.

         "Nosotros no sabemos si Tota le enseñó alquimia a Ramakrishna, pero Él le dijo a su sobrino: 'Ramlal, si yo creyera que el mundo es real, hubiera cubierto Kamarpukur con oro'.

        "Un hombre avaro cree que si pudiera aprender ese conocimiento de Ramakrishna, podría volverse rico de la noche a la mañana y ya no tendría que luchar contra la pobreza.

                 "Esto me trae a la memoria una historia griega. Había un hombre llamado Midas, que era extremadamente codicioso. Creía que el oro es la fuente de la felicidad. Siempre buscaba oro, acumulaba oro y soñaba con oro. Tan absorta estaba su mente en el oro, que el dios de la fortuna se le apareció y le ofreció un don. Midas rogó: `Señor, por favor dame el don de que todo lo que yo toque se vuelva oro. 'Que así sea', dijo el dios y desapareció.

            "A la mañana siguiente, Midas se levantó y fue al baño a cepillarse los dientes. Apenas tocó su cepillo, éste se transformó en oro. No pudo cepillarse los dientes. Midas se excitó. Comenzó a dar vueltas en su cuarto y a tocar cosa por cosa, transformándolas todas en oro. 

               "Fue a tomar su desayuno. Al tocar sus uvas, sus tostadas, sus huevos y su café, todos se volvieron oro. Ahora ya comenzó a irritarse. Tenía hambre pero no podía comer. Entonces fue a su rosedal y tocó sus hermosas rosas y todas se volvieron oro, perdiendo su belleza y fragancia. Un rato después, su hijita vino corriendo a él; olvidándolo todo, la tomó en sus brazos con mucho cariño. La niña inmediatamente se volvió oro inanimado. '¡Basta!' gritó Midas y cayó al suelo. Dijo: 'Señor, por favor toma de vuelta tu don'.

             "Mrinmay, el joven de Baranagore, decide ahora levantarse y ponerse en la fila para poder prosternarse ante el Maestro en el santuario.

               El narrador prosigue: "Dios y Su riqueza. Los que quieren riquezas, las obtienen, pero no llegan a Dios. Los que buscan a Dios, Lo obtienen, y Él provee lo que necesitan. Krishna dijo en el Guita: 'A las personas que, identificándose conmigo, constantemente meditan en Mi , Yo les llevo todo lo que les falta y preservo todo lo que ya tienen'.

               Ramakrishna siempre enfatizaba que deberíamos primero conocer a Dios y aprender todo lo demás después. Jesús dijo algo similar: 'Primero busquen el reino de los cielos y todo lo demás os será dado por añadidura'. Alguna gente cree que antes de poder saber algo sobre Dios, deben leer libros. Respecto de esto, Ramakrishna decía: 'Si quiero conocerlo a Jadu Mallik, ¿acaso necesito saber primero cuántas casas tiene y qué monto de dinero tiene invertido en obligaciones del Estado? ¿Realmente necesito toda esa información? Más bien, yo debería de algún modo entrar a su casa, ya sea adulando a sus cuidadores, o pasando por alto el trato rudo que éstos me dan y así hablar con Jadu Mallik mismo. Entonces, si quiero saber sobre su riqueza o posesiones, solo tendré que preguntárselo a él. Así será un asunto muy fácil para mi. Primero Rama, después Sus riquezas, es decir el universo. Es por eso que Valmiki repetía el mantra 'mara'. Ma significa Dios, y ra, el mundo, es decir, Sus riquezas.'"

               Poco a poco, el crepúsculo va cayendo sobre el jardín de Cossipore. El narrador termina su plática recitando para la audiencia una copla en hindi: "Oh deseo, tú eres como un vil zapatero de baja casta. Yo era el Supremo Brahman pero tu toque me hizo mediocre y miserable, un mendigo."

               Un monje errante había estado escuchando la plática del narrador. Tiene un dilema: está tratando de decidir qué debería pedirle al Kalpatarú. En busca de la paz, viajó a los Himalayas, llegando a cuevas y bosques, a lugares santos, ashramas y monasterios. Cierta vez, le dijo a un anciano monje: "Swami, yo dejé mi casa, abandoné mi familia y mis amigos y renuncié a todas mis posesiones; pero a pesar de eso no logré nada tangible. Aún ahora me siento inquieto." El anciano monje replicó: "Hijo mío, tú llegaste bajo el árbol que cumple los deseos. De ese árbol cuelgan muchos frutos. Ciertamente, algunos van a caer un día, los obtendrás si te quedas bajo el árbol. Pero si quieres esos frutos ya mismo, por favor, sacude el árbol - sacude el árbol". Con esto, el monje errante comprendió que sólo es posible obtener el fruto de la liberación mediante un intenso esfuerzo.

               Se van prendiendo las luces nocturnas y a través del parque se escucha la música vespertina. Parado bajo el árbol de mango, el monje errante está recordando algo que en una ocasión dijo Sri Ramakrishna: "Viniste al jardín para disfrutar de los mangos. ¿Qué necesidad tienes de especular sobre el más allá y lo que pasa después de la muerte y cosas por el estilo? Come tus mangos. Necesitas devoción a Dios. Pero debes recordar esto: Dios es el Kalpatarú.

              "Ven, oh mente mía, vayamos de paseo a Kali, el árbol que cumple los deseos. Y allí, bajo el árbol, junta los cuatro frutos de la vida."

               "Debes ir al Kalpatarú y rogarle. Sólo entonces obtendrás los frutos. Sólo entonces los frutos caerán del árbol. Sólo entonces podrás juntarlos. Estos cuatro frutos son: dharma, artha, kama y moksha." *

                Muchos años pasaron desde aquel día de año nuevo tanto tiempo atrás. Sin embargo Ramakrishna, el árbol que cumple los deseos, aún sigue esperando para poder distribuir entre sus devotos el inmortal fruto de la liberación. 


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* Dharma, conducta recta. Artha, riqueza. Kama, deseos legítimos. Moksha, liberación.



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