jueves, 11 de junio de 2015

COMO VIVIR CON DIOS, de Swami Chetanananda-Capítulo 12: EL MISTERIOSO KALPATARU

              El 1º de enero de 1886, en el jardín de la casa de Cossipore donde vivió sus últimos días, Sri Ramakrishna se manifestó como el Kalpatarú, el árbol que cumple los deseos. Bendijo a sus devotos, diciendo: "Sean iluminados".

        Ahora, cada año, se celebra en Cossipore el festival del Kalpatarú. Una inmensa multitud se reúne en la quinta de la casa donde Ramakrishna había vivido, deleitándose en la memoria de este bendito evento. De lejos y de cerca viene la gente para rogarle a Ramakrishna que cumpla sus deseos, porque Dios es el Kalpatarú.

          Imaginemos que estamos en esa quinta durante el festival. En un rincón del jardín vemos un gran árbol de mango, y sentado a su sombra, un anciano de tez blanca está narrando la historia del Kalpatarú. Con una dulce sonrisa en su rostro, el narrador comienza su historia: "El misterioso Kalpatarú es un árbol celestial. Nadie lo ha visto, pero todos oyeron hablar de él. De este maravilloso árbol, uno obtiene cualquier cosa que desee, pero la oportunidad llega sólo una vez al año. La gente espera este día auspicioso durante todo el año.

          "Al comienzo de la creación, nació en la mente del Creador el deseo de volverse muchos. De muchas maneras el Creador jugó con deseos, pero finalmente les dio todos estos inquietos deseos a los seres humanos. Él mismo quedó completamente libre del deseo. Les dijo a los seres humanos:  'Ahora, ustedes pueden jugar con los deseos y divertirse. Para mi, no me guardé ninguno; se los di todos a ustedes. A pesar de que yo estoy libre de deseos, reino sobre ellos. Soy el Kalpatarú, el árbol que cumple los deseos.' 

          "El deseo es engañoso y hechicero. No tiene principio ni fin. Los seres humanos envejecen, pero el deseo no. Goza de eterna juventud. Le encanta bailar en la mente de la gente, levantando allí olas tormentosas. Borracha de deseo, la gente pide constantemente: Danos esto y danos aquello. Danos juventud y belleza. Danos dinero y propiedades. Danos objetos de placer. Danos cuerpos sanos. Danos magníficas mujeres y hermosos hombres. Danos preciosos hijos . Danos felicidad.

            "La gente va a los templos con una lista de deseos. Si ustedes van al templo de Shiva Tarakeswar, verán piedras atadas con cuerdas, que cuelgan por todas partes de las balustradas del templo. Estas piedras las dejan los pobres y afligidos para que quede una marca de sus ruegos. Pueden escuchar a la gente golpear con sus cabezas el piso de mármol del templo. Pueden escuchar los ruegos que figuran en la Invocación al Chandi: Rupam dehi jayam dehi yasho dehi, dwisho jahi - Oh Madre, dame belleza, victoria y fama y destruye a mi enemigo."

          Mientras describe el misterio del deseo, el narrador mira de reojo a dos jóvenes muchachas. Una de ellas, Kalpalata, le dice a su amiga Hemangini: "Vámonos. Ya escuchamos bastante de esa charla. Somos seres humanos comunes, además la vida humana está conectada a los deseos. Nuestro Ramakrishna dijo que Dios es el Kalpatarú. Deberíamos pedirle todo lo que necesitamos. Él cumple nuestros deseos.Tenemos que pedirle lo que queremos a Él, no a la gente de la calle. Vayamos al pandal y escuchemos el kirtan.

          Hemanguini responde: "Por favor espera un rato. Ya escuchamos kirtan muchas veces. En este día auspicioso, escuchemos sobre el misterioso árbol que cumple los deseos."

          El narrador continúa: "Es cierto que Ramakrishna dijo que Dios escucha nuestros ruegos y los cumple cien veces. Pero nuestros rezos deben ser genuinos y sinceros. Él también nos advirtió que deberíamos ser extremadamente cautelosos cuando le pedimos algo al Kalpatarú. Algunos ruegos pueden ser muy, pero muy peligrosos. Escuchen una de las historias de Ramakrishna:

        "Cierta vez un viajero llegó a una extensa llanura. Había estado caminando bajo el sol por muchas horas, por lo que estaba totalmente exhausto y transpirando profusamente. Para descansar un poquito, se sentó a la sombra de un árbol. No estaba conciente de que se había sentado bajo el Kalpatarú. Estaba muy hambriento y sediento. Apenas pensó en comida y bebida, al instante encontró agua fresca y varias clases de deliciosas comidas delante de él. Enseguida comenzó a comer y beber, disfrutándolo inmensamente. Entonces empezó a pensar que sería lindo si pudiera tener una buena cama para dormir. Apenas apareció esta idea en su mente, y ya apareció una confortable cama a su lado. Quedó asombrado pero se extendió sobre ella. Entonces pensó qué placentero sería si una joven muchacha pudiera masajear su dolorido cuerpo. Inmediatamente apareció una joven y le dio un masaje. Instigado por estos sorprendentes sucesos, se quedó reflexionando sobre todo lo que había vivido ese día. Pero entonces se le ocurrió esta idea: '¿Qué pasaría si ahora viniera a atacarme un tigre?' En el acto, un tigre saltó sobre él, le quebró la nuca y comenzó a devorarlo. Así el viajero perdió su vida. 

          "Este es el juego del misterioso árbol que cumple los deseos. Este es el destino de los hombres en este mundo. Si durante la meditación, ustedes piden dinero, objetos del mundo o renombre y fama, sus deseos serán satisfechos hasta cierto punto, pero recuerden que detrás de cada don que reciben está el temor del tigre. Esos tigres - enfermedad, desamparo, preocupaciones, pérdida de honor y riquezas, etc - son miles de veces más terribles que un tigre viviente. "

          Un joven llamado Nikhil está escuchando al narrador, con la mente absorta. Había leído una vez sobre el incidente del Kalpatarú en un libro bengalí. En su mente surge esta idea: "En ese auspicioso día, el Maestro bendijo a los devotos, diciendo: 'Sean iluminados'. Como resultado algunos tuvieron éxtasis, samadhi, visiones, despertar de la kundalini, etc. A mi me parece que yo debería pedirle al Kalpatarú Ramakrishna que me de la dicha de Brahman." 

        Y el narrador continúa: "Ramakrishna era un mago del samadhi. La mayor parte del tiempo estaba absorto en samadhi; y si alguien quería samadhi, Él podía transmitírselo por medio de un toque o escribiendo un mantra sobre la lengua del devoto. Un aspirante común puede experimentar samadhi pero no puede dárselo a otros. 

      "Cierta vez, Mathur le pidió al Maestro que le diera bhavasamadhi. El Maestro dijo: '¿Por qué me pides samadhi? Estás muy bien así, estás disfrutando ambas clases de felicidad, la secular y la espiritual. Cuando alcances samadhi, tu mente quedará completamente abstraída del mundo. ¿Entonces quién va a proteger tus riquezas y tus propiedades? Todo lo que posees te lo van a saquear indiscriminadamente. Y después  ¿qué harás?' 

            "Pero ¿quién iba a escuchar esto? Mathur seguía inexorable. Insistía en que el Padre le diera bhava samadhi.  Entonces el Maestro dijo: 'Muy bien, voy a preguntarle a la Madre sobre esto. Ella hará lo que Le parezca mejor.' Algunos días después, Mathur experimentó bhava samadhi. Y el Maestro describió lo que sucedió: 'Mathur me mandó llamar. Cuando fui adonde él estaba, lo encontré completamente cambiado. Ya no era el mismo hombre. Hablaba sobre Dios y al mismo tiempo derramaba torrentes de lágrimas. Sus ojos estaban rojos de tanto llorar y su corazón palpitaba. Cuando me vio, cayó a mis pies y los abrazó. 'Padre, lo admito, ¡me doy por vencido! Hace tres días que estoy en este estado. Se está echando todo a perder. Por favor, acepta de vuelta el éxtasis que me diste. No lo quiero.' 'Pero tú me pediste éxtasis,' le dije, y él respondió: 'Sé que lo pedí. Es realmente un estado dichoso. Pero, ¿ de qué me sirve la dicha si todos mis asuntos se están haciendo añicos?' Este éxtasis tuyo, Padre, sólo te sienta a ti. Todos los demás, en realidad no lo queremos. Por favor, tómalo de vuelta.' Entonces, yo me reí y dije: 'Eso es lo que te estuve diciendo todo el tiempo'. 'Sé que lo hiciste, Padre, replicó Mathur, ¡pero lo que yo no comprendía era que esta cosa me iba poseer como un fantasma y que yo no iba a poder dar un paso ni hacer nada que no fuera exactamente como él me ordenaba, las veinticuatro horas del día!' 'Entonces, froté el pecho de Mathur y él volvió a ser el mismo de siempre.'

                 "Hriday también le pidió samadhi al Maestro, pero entonces se vio en grandes apuros. Durante su éxtasis, gritaba frenéticamente una y otra vez: 'Oh, Ramakrishna, oh, Ramakrishna, nosotros no somos seres humanos. ¿Porqué estamos aquí? Ven, vayamos de pueblo en pueblo y salvemos a las almas humanas. Tú y yo somos lo mismo.' Más tarde, el Maestro comentó: 'Cuando escuché sus fuertes gritos, dije: Ah, ¡tranquilo, tranquilo! ¿Porqué estás gritando así? La gente va a pensar que pasó alguna calamidad y va a venir corriendo'. Pero él no me hizo caso. Entonces, yo corrí a él y dije, mientras tocaba su pecho: "Madre, hacé que este bribón se vuelva torpe y estúpido como antes".'  

          "En otra ocasión, el Maestro escribió un mantra sobre la lengua de un devoto. Inmediatamente, éste entró en éxtasis y comenzó a cantar 'Madre, Madre'. El Maestro le pidió a alguien que lo acompañara de vuelta a su casa. Cuando su mujer lo vio, se puso furiosa y pensó para sus adentros: '¿Qué es esto? ¡Está borracho! ¿Dónde anduvo? No habla. No come. ¿Lo habrá hechizado alguien? ¿Qué me va a pasar a mí? ¿Cómo podré hacerme cargo de los chicos?' 

           "Ella oyó decir que el Paramahamsa de Dakshineswar le había hecho eso a su marido. Enseguida buscó un acompañante y fue de prisa a Dakshineswar. Preguntó: '¿Dónde está el Paramahamsa?' y llegó hasta Él. Entonces estalló en llanto, exclamando: '¿Qué le ha hecho usted a mi marido? ¿Cómo voy a cuidar mi casa y a mis chicos?' El Maestro se sintió desconcertado, y dijo: 'Por favor tráigamelo de vuelta aquí'. Ella se fue a su casa y entonces lo acompañó al marido a Dakshineswar. 'Parece ser una dosis muy pesada', dijo el Maestro. 'Saca otra vez la lengua.' Entonces el Maestro escribió algo sobre su lengua y él se volvió otra vez normal.

            "¿Quién es capaz de resistir el samadhi?(sigue diciendo el narrador) El día del Kalpatrú, el Maestro tocó a un devoto, entonces su cuerpo se torció y cayó al suelo inconciente. ¿Después de escuchar estas historias, todavía queda alguien que aspire al samadhi?

             El joven Nikhil comprende.

             Un rato después, llega un aspirante tántrico llamado Swami Bhairavananda y se sienta bajo el árbol de mango. Su vestimenta es roja. Su pelo, lanudo, su barba y bigotes, de color negro y gris. Como fuma cáñamo, tiene los ojos enrojecidos. Vive en el crematorio de Cossipore y repite su mantra a la medianoche. Mientras escucha al narrador, va pensando: 'Si yo pudiera tener uno de los ocho poderes ocultos, sería famoso. La gente vería en mi a una gran alma.'

            El narrador continúa: "Nuestras escrituras dicen: 'Eviten al ego como si fuera alcohol, la fama como si fuera el infierno, el poder como si fuera inmundicia de cerdo. Renuncien a estos tres y sean felices. Ramakrishna despreciaba los poderes ocultos y ponía en guardia a los aspirantes espirituales, diciéndoles que son grandes obstáculos para el ioga. Comparaba a los poderes ocultos con inmundicias y decía que no valen más que un centavo.
  
        "Quizás recuerden ustedes que el gurú tántrico de Ramakrishna fue la Bhairavi Brahmani. Ella tenía un discípulo llamado Chandra, quien había logrado un poder oculto llamado gutika-siddhi. Después de santificar un gutika (una minúscula pelotita) con un mantra y sujetarlo sobre su brazo, él podía hacerse invisible y así ganar acceso incluso a lugares que estuvieran estrictamente custodiados. Si alguien logra poderes ocultos antes de realizar a Dios, se vuelve egotista. Esta sobreestima del ego atrapa al aspirante en una red de deseos, que le impide cualquier futuro progreso hacia un ideal espiritual más elevado. Y finalmente esto se vuelve la causa de su caída. 

            "A medida que pasó el tiempo, Chandra quedó infatuado con la hija de un hombre rico. Comenzó a usar su poder oculto para visitarla secretamente. Sin embargo, al final lo descubrieron y lo humillaron. Y así perdió todo su poder. 

              "Ramakrishna  nos enseñó un maravilloso rezo: 'Madre, yo no quiero ningún placer físico. Madre, no quiero renombre ni fama. Madre, no quiero los ocho poderes ocultos . Madre, no quiero los otros cien poderes. Madre, dame devoción pura a Ti, inalterable, libre de egoísmo; que yo nunca sea engañado por Tu maia que hechiza al mundo entero'.

               Bhairavananda escucha esto con mucha atención mientras acaricia su barba.

             Mrinmay, un joven de Baranagore que recientemente  logró su título de bachiller en artes (B.A.), vino a Cossipore para rogarle a Ramakrishna que le diera un empleo. Pero la quinta está atestada de gente y la larga cola de los que quieren entrar al oratorio llega hasta la calle principal. Entonces decide salir del cálido sol y sentarse un rato bajo el árbol de mangos. Mientras escucha al narrador, recuerda que el Swami Saradananda, en su  Sri Ramakrishna Lilaprasanga (Sri Ramakrishna y Su Divino Juego) examinó la ciencia llamada alquimia. Y de repente surge en su mente el deseo de transformar metales de menor valor en oro.

               El narrador continúa: "La gente llega al Kalpatarú y le pide dinero, oro y plata. Los que leyeron el Lila Prasanga saben que Tota Puri, el gurú de Ramakrishna poseía el conocimiento de la alquimia. Le contó a Ramakrishna que por medio de ese conocimiento había convertido cobre y otros metales en oro en muchas ocasiones. Le dijo que los paramahamsas mayores de su comunidad tenían ese conocimiento y que él lo había recibido de su gurú y le explicó su tradición: 'Está estrictamente prohibido usar este poder para un interés personal o para disfrutar de  lujo alguno. Para el que lo haga, la pena será la maldición de su gurú. Hay muchos monjes en esta comunidad y a veces el que está a la cabeza de la misma tiene que viajar con ellos de un lugar de peregrinaje a otro. También tiene que hacer los arreglos para su comida y otras necesidades. La orden del gurú es : "Si en esas circunstancias llegaran a quedarse cortos de dinero, el monje que está a la cabeza tiene permiso de usar su conocimiento de alquimia para servir a los monjes" ´.

         "Nosotros no sabemos si Tota le enseñó alquimia a Ramakrishna, pero Él le dijo a su sobrino: 'Ramlal, si yo creyera que el mundo es real, hubiera cubierto Kamarpukur con oro'.

        "Un hombre avaro cree que si pudiera aprender ese conocimiento de Ramakrishna, podría volverse rico de la noche a la mañana y ya no tendría que luchar contra la pobreza.

                 "Esto me trae a la memoria una historia griega. Había un hombre llamado Midas, que era extremadamente codicioso. Creía que el oro es la fuente de la felicidad. Siempre buscaba oro, acumulaba oro y soñaba con oro. Tan absorta estaba su mente en el oro, que el dios de la fortuna se le apareció y le ofreció un don. Midas rogó: `Señor, por favor dame el don de que todo lo que yo toque se vuelva oro. 'Que así sea', dijo el dios y desapareció.

            "A la mañana siguiente, Midas se levantó y fue al baño a cepillarse los dientes. Apenas tocó su cepillo, éste se transformó en oro. No pudo cepillarse los dientes. Midas se excitó. Comenzó a dar vueltas en su cuarto y a tocar cosa por cosa, transformándolas todas en oro. 

               "Fue a tomar su desayuno. Al tocar sus uvas, sus tostadas, sus huevos y su café, todos se volvieron oro. Ahora ya comenzó a irritarse. Tenía hambre pero no podía comer. Entonces fue a su rosedal y tocó sus hermosas rosas y todas se volvieron oro, perdiendo su belleza y fragancia. Un rato después, su hijita vino corriendo a él; olvidándolo todo, la tomó en sus brazos con mucho cariño. La niña inmediatamente se volvió oro inanimado. '¡Basta!' gritó Midas y cayó al suelo. Dijo: 'Señor, por favor toma de vuelta tu don'.

             "Mrinmay, el joven de Baranagore, decide ahora levantarse y ponerse en la fila para poder prosternarse ante el Maestro en el santuario.

               El narrador prosigue: "Dios y Su riqueza. Los que quieren riquezas, las obtienen, pero no llegan a Dios. Los que buscan a Dios, Lo obtienen, y Él provee lo que necesitan. Krishna dijo en el Guita: 'A las personas que, identificándose conmigo, constantemente meditan en Mi , Yo les llevo todo lo que les falta y preservo todo lo que ya tienen'.

               Ramakrishna siempre enfatizaba que deberíamos primero conocer a Dios y aprender todo lo demás después. Jesús dijo algo similar: 'Primero busquen el reino de los cielos y todo lo demás os será dado por añadidura'. Alguna gente cree que antes de poder saber algo sobre Dios, deben leer libros. Respecto de esto, Ramakrishna decía: 'Si quiero conocerlo a Jadu Mallik, ¿acaso necesito saber primero cuántas casas tiene y qué monto de dinero tiene invertido en obligaciones del Estado? ¿Realmente necesito toda esa información? Más bien, yo debería de algún modo entrar a su casa, ya sea adulando a sus cuidadores, o pasando por alto el trato rudo que éstos me dan y así hablar con Jadu Mallik mismo. Entonces, si quiero saber sobre su riqueza o posesiones, solo tendré que preguntárselo a él. Así será un asunto muy fácil para mi. Primero Rama, después Sus riquezas, es decir el universo. Es por eso que Valmiki repetía el mantra 'mara'. Ma significa Dios, y ra, el mundo, es decir, Sus riquezas.'"

               Poco a poco, el crepúsculo va cayendo sobre el jardín de Cossipore. El narrador termina su plática recitando para la audiencia una copla en hindi: "Oh deseo, tú eres como un vil zapatero de baja casta. Yo era el Supremo Brahman pero tu toque me hizo mediocre y miserable, un mendigo."

               Un monje errante había estado escuchando la plática del narrador. Tiene un dilema: está tratando de decidir qué debería pedirle al Kalpatarú. En busca de la paz, viajó a los Himalayas, llegando a cuevas y bosques, a lugares santos, ashramas y monasterios. Cierta vez, le dijo a un anciano monje: "Swami, yo dejé mi casa, abandoné mi familia y mis amigos y renuncié a todas mis posesiones; pero a pesar de eso no logré nada tangible. Aún ahora me siento inquieto." El anciano monje replicó: "Hijo mío, tú llegaste bajo el árbol que cumple los deseos. De ese árbol cuelgan muchos frutos. Ciertamente, algunos van a caer un día, los obtendrás si te quedas bajo el árbol. Pero si quieres esos frutos ya mismo, por favor, sacude el árbol - sacude el árbol". Con esto, el monje errante comprendió que sólo es posible obtener el fruto de la liberación mediante un intenso esfuerzo.

               Se van prendiendo las luces nocturnas y a través del parque se escucha la música vespertina. Parado bajo el árbol de mango, el monje errante está recordando algo que en una ocasión dijo Sri Ramakrishna: "Viniste al jardín para disfrutar de los mangos. ¿Qué necesidad tienes de especular sobre el más allá y lo que pasa después de la muerte y cosas por el estilo? Come tus mangos. Necesitas devoción a Dios. Pero debes recordar esto: Dios es el Kalpatarú.

              "Ven, oh mente mía, vayamos de paseo a Kali, el árbol que cumple los deseos. Y allí, bajo el árbol, junta los cuatro frutos de la vida."

               "Debes ir al Kalpatarú y rogarle. Sólo entonces obtendrás los frutos. Sólo entonces los frutos caerán del árbol. Sólo entonces podrás juntarlos. Estos cuatro frutos son: dharma, artha, kama y moksha." *

                Muchos años pasaron desde aquel día de año nuevo tanto tiempo atrás. Sin embargo Ramakrishna, el árbol que cumple los deseos, aún sigue esperando para poder distribuir entre sus devotos el inmortal fruto de la liberación. 


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* Dharma, conducta recta. Artha, riqueza. Kama, deseos legítimos. Moksha, liberación.



                                    = *=*=*=*=*=*=*=

                 


                

  

                  
              

   

            




      

          









martes, 13 de enero de 2015

COMO VIVIR CON DIOS de SWAMI CHETANANANDA-Cap. 9: Ramakrishna en calles y praderas



               Estamos acostumbrados a ver imágenes de Sri Ramakrishna en los templos de los monasterios, en los altares de oratorios, en casas particulares, en las paredes de nuestras habitaciones, y sobre nuestros escritorios. Pero ¿está Él limitado sólo a esos lugares? El Maestro dijo: "Voy a ser adorado de casa en casa"; ahora Su presencia se esparció por todas partes. En las aldeas, se lo puede ver en las chozas con techo de paja de los granjeros, en las mansiones de los ricos en las ciudades, en las cabañas de los Himalayas, en negocios y en taxis. Los viajeros lo llevan incluso en sus carteras y billeteras.

               Así como Ramakrishna amaba viajar por las calles de Calcutta y los caminos del campo y las aldeas, del mismo modo disfrutaba recorrer diversos senderos religiosos. Le enseñaba a la gente cómo moverse por este mundo transitorio. Sin embargo, su cuerpo era muy delicado, por lo cual se lamentaba: "Gaur y Nitai llevaban el mensaje de Dios de puerta en puerta y yo no puedo ir a ningún lado sin un carruaje". Llevado por su deseo de rescatar a la gente del remolino de maya, iba a visitar a sus devotos caminando, o viajando en palanquín, en carreta de bueyes, en carro de caballos o en tren. Cada vez que oía de alguien que tenía un sincero anhelo por Dios, corría a ver a esa persona. No le interesaban las invitaciones formales e ignoraba las etiquetas sociales. Su actitud era: "¡Hola! tú eres un devoto y piensas en Dios, por eso vine a verte". Decía: "Si alguien da un paso hacia Dios, Dios da cien pasos hacia él". Hubo un devoto que dijo: "Yo no di ni siquiera un solo paso, pero el Maestro dio cientos de pasos y vino a mi".

               Aunque Ramakrishna estaba casi siempre absorto en un estado de conciencia espiritual, solía andar por todas partes al encuentro de almas anhelantes de Dios. Cierta vez le dijo a M.: "Tú no esperas nada de mi, pero te gusta verme y escuchar mis palabras. Mi mente también piensa en ti. Me pregunto cómo estás y por qué no vienes. ¿Podrías darme tu dirección? " Juntando así las direcciones de los devotos, el Maestro recorría las calles de Calcutta para ocuparse de su bienestar. Algunas veces, el anhelo muy intenso de algún devoto lo atraía a Ramakrishna desde Dakshineswar a Calcutta por la noche. Si alguien tenía dificultades para ir a verlo a Dakshieswar, hacía llamar a esa persona cuando estaba visitando la casa de otro devoto en Calcutta.

               M., el autor del  Evangelio de Sri Ramakrishna, vivía de sus recuerdos del Maestro. Cuando pasaba por el lugar en la calle Bechu Chatterjee donde el hermano mayor del Maestro había conducido una escuela, saludaba ese sitio con una reverencia. También mostraba su respeto a la casa de la familia Mitra en Jhamapukur donde el Maestro había trabajado una vez como sacerdote. Al observar la sorpresa de quienes lo acompañaban, M. decía: "¿Sabías que cualquiera que camine por esta calle va a volverse un iogui?" La gente que no comprendía la locura divina de M. pensaba que estaba simplemente desequilibrado.  

               M. no solo vivía de las memorias de Ramakrishna, sino que además registró esas vívidas imágenes de la vida de su gurú  en su inmortal libro El evangelio de Sri Ramakrishna. En este capítulo ayudaré al lector a visualizar los viajes de Ramakrishna a través de las praderas, a lugares sagrados y por las calles de Calcutta. Basados en los apuntes de M. y los registros que nos dejaron otros testigos oculares, vamos a seguir las sagradas huellas del Maestro. Al tiempo que mentalmente vamos viajando con Él, escucharemos su fascinante conversación y aprenderemos muchas cosas interesantes reveladas por su mente sagaz. No siempre será placentero viajar con Él. La mayor parte del tiempo estaba en un estado de embriaguez divina. Mientras viajemos, estaremos ansiosos temiendo que el Maestro en cualquier momento pueda sufrir un accidente.

               Este capítulo está dividido en tres secciones: Días en Kamarpukur, Peregrinando y Viajes por Calcutta.



                        Días en Kamarpukur 

                Hasta los diecisiete años de edad, Ramakrishna vivió en el Kamarpukur rural. Libremente caminaba por sus caminos, jardines y praderas. Se identificaba con el entorno hermoso e incontaminado de su lugar natal. En vez de estudiar en la escuela, estudiaba intensamente la naturaleza del universo así como la naturaleza de la mente humana. Swami Vivekananda observó: "El hombre a cuyos pies estuve sentado toda la vida - y lo que estoy tratando de enseñar son sólo unas pocas de sus ideas - apenas sabía escribir su nombre. En toda mi vida no vi ningún hombre como él, y viajé por todo el mundo. Cuando pienso en ese hombre, me siento como un tonto, porque yo quiero leer libros y él nunca lo hizo. Nunca quiso lamer los platos que dejaron otros después de comer. Es por eso que él mismo era su propio libro".

               La diversión comienza cuando uno empieza a estudiar su propia mente. Ramakrishna estudió su propia mente a fondo. La mayor parte de las enseñanzas del Maestro proviene de su estudio de la naturaleza y su observación de la vida en las aldeas. Un ejemplo: le preguntaron: "¿Cómo deberíamos vivir en este mundo?" Respondió: "Cumple con tus deberes mundanos guardando a Dios en tu mente, del mismo modo que una joven bailarina baila y al mismo tiempo mantiene en equilibrio jarras o bandejas sobre su cabeza". El Maestro les decía a sus devotos:

               "En Kamarpukur vi a las mujeres de las familias de los carpinteros cómo vendían arroz aplastado. Déjenme contarles hasta qué punto están alertas mientras hacen su negocio. El majadero de la máquina de descascarar arroz entero que aplasta el arroz continuamente cae en el hueco del mortero. Con una mano, la mujer revuelve el arroz en el hueco y con la otra, sostiene a su bebe en la falda mientras lo amamanta. Entretanto llegan los clientes. La máquina sigue machacando el arroz y ella lleva adelante sus negocios con los clientes. Esto se llama el ioga de la práctica. Quince partes de su mente, sobre un total de diez y seis, están fijas en el majadero de la máquina por miedo a que le machaque la mano. Y con sólo una dieciseisava parte de su mente ella alimenta a su bebe y les habla a los clientes. Del mismo modo un hogareño, sobre un total de diez y seis partes de su mente, debería dedicarle quince a Dios  . . .  y usar sólo una para cumplir con sus deberes en el mundo." 

               Si quieres enseñarles a otros, debes tener un mandato de Dios. Para ilustrar esto, Ramakrishna dio un ejemplo de su pueblo: En Kamarpukur hay un pequeño lago llamado Haldarpukur. Había gente que acostumbraba ensuciar sus orillas todos los días. Otros que llegaban allí por la mañana para bañarse, retaban a los ofensores en voz alta. Pero a la mañana siguiente volvían a encontrarse con lo mismo. La molestia no paraba. Finalmente, los aldeanos informaron a las autoridades de lo que sucedía. Éste envió a un oficial que puso sobre la ribera un cartel que decía: "Prohibido arrojar basura". Esto detuvo las molestias al instante. 

               Ramakrishna caminaba por los arrozales y recorría las huertas de mangos. Aveces, cuando los aldeanos iban a visitar los santuarios de los alrededores, él los acompañaba. Ramakrishna tuvo su primera experiencia de la conciencia cósmica en un campo cerca de Kamarpukur. Más tarde describió este incidente así: 

               "En aquella región se acostumbra darles a los niños arroz inflado en pequeños canastitos. Los que son pobres y no tienen canastitos, atan el arroz inflado en un ángulo de su vestimenta. Los varones salen a jugar a las calles o a los campos llevando el arroz inflado ya sea en un canastito o en un ángulo de su ropa. Estábamos en junio o julio. Yo tenía seis o siete años. Una mañana puse un poco de arroz inflado en una canastita y estaba comiéndolo mientras caminaba a lo largo de los angostos límites entre los arrozales. En una parte del cielo apareció una hermosa nube negra cargada de lluvia. Yo la miraba mientras comía el arroz inflado. Rápidamente, la nube cubrió la mayor parte del cielo. En ese momento una bandada de grullas vino volando, blancas como la leche, sobre el fondo de la nube negra. Era tan hermoso que quedé absorto en la vista; perdí la conciencia de todo lo que me rodeaba. Caí al suelo y el arroz inflado se esparció por el piso. No puedo decir por cuánto tiempo quedé en ese estado. Algunas personas me vieron y me llevaron a casa. Esa fue la primera vez que perdí la conciencia externa a causa de un éxtasis.

               También habló sobre su segunda experiencia espiritual, que tuvo lugar cuando estaba camino a Anur, un pueblo cercano. "Experimenté uno de mis primeros éxtasis cuando tenía diez u once años de edad, mientras atravesaba una pradera camino al santuario de Vishalakshi. ¡Qué visión! Me volví completamente inconciente del mundo exterior."

               Un vecino de Ramakrishna, Durgadas Pyne, mantenía a las mujeres de su familia en estricto purdah  (costumbre hindú y musulmana por la cual se mantiene a las mujeres aisladas de los hombres, salvo los parientes)  y no les permitía escuchar las conversaciones espirituales del Maestro. El Maestro le dijo: "¿Se puede proteger a las mujeres por medio del purdah? Sólo se las puede proteger por medio de una educación moral y devoción a Dios. Si quiero, puedo visitar a las mujeres de tu familia y enterarme de todo acerca de ellas". Durgadas lo desafió con arrogancia, diciendo: "Me gustaría ver cómo lo harías". "Muy bien, ya verás", replicó Ramakrishna. Un tiempo después, una noche, se disfrazó de tejedora, y después de pasar por la inspección que hacía el mismo Durgadas, entró a la casa y se reunió con su familia. Esto humilló la arrogancia de Durgadas.

               Cuando Ramakrishna era un niño pequeño, se bañaba con sus amigos en el ghat (escalinata) de las mujeres de Haldarpukur, el pequeño lago de Kamarpukur. Una señora mayor cierta vez le dijo que era malo para él mirar a las mujeres mientras se bañaban, pero no le dio ninguna razón específica. Y le dijo que no volviera a hacerlo. El pequeño Ramakrishna, en aquel entonces llamado Gadadhar, era curioso. Por varios días se escondió entre los árboles cerca del ghat y después le dijo a la señora: "Anteayer vi a cuatro mujeres bañándose, ayer a seis y hoy a ocho. Pero no me sucedió nada". Entonces la mujer fue a verla a Chandradevi y riéndose le contó lo que su hijo había dicho. Más tarde, mientras estaban descansando, Chandra le dijo a Gadadhar dulcemente y en un tono convincente: "Hijo mío, es verdad que si miras a las mujeres bañándose no te ocurrirá nada malo, pero ellas se sentirán humilladas. Ellas son como yo. Si les faltas el respeto, es lo mismo que si me lo faltaras a mi. Por eso, en el futuro, no seas irrespetuoso hacia ellas. "¿Acaso es bueno herirlas a ellas o a mi?" Gadadhar comprendió y no hizo aquello nunca más.

               Chinu Sankari, un anciano artesano que se dedicaba a hacer brazaletes, pudo reconocer la divinidad de Gadadhar.  Un día, en una pradera cerca de Kamarpukur, Chinu adoró al joven muchacho poniendo una guirnalda de flores alrededor de su cuello y alimentándolo con jilipi. Con los ojos llenos de lágrimas, Chinu le dijo: "Gadai, yo estoy viejo y ya no voy a vivir mucho. No podré presenciar tu divino juego. Sin embargo no me quejaré por eso. Te ruego que me concedas tu gracia y cumplas el propósito de mi vida".

               Es cierto que a todos los niños les gusta jugar; pero pero no es nada frecuente encontrar a un niño que rasga su ropa para hacer un taparrabos, se pone marcas religiosas sobre el cuerpo y finge que es un monje. Gadadhar regularmente visitaba a los monjes errantes que paraban en la posada al borde del camino de Kamarpukur. Y rara vez vemos a un niño organizar la interpretación de escenas religiosas por diversión.  Gadadhar y sus amigos representaban el Ram Lila y el Krishna Lila en el huerto de mangos de Manikraja bajo su dirección. La gente quedaba maravillada al ver su inventiva y su interpretación experta. 

               Generalmente nos gusta rumiar sobre los recuerdos dulces y tristes de nuestra infancia. Ramakrishna recordaba: "Durante mi infancia y adolescencia tanto los hombres como las mujeres de Kamarpukur me querían mucho. Les gustaba escucharme cantar. A mi me gustaba visitar los lugares donde se daba de comer gratuitamente a los hombres santos y a los pobres y los observaba durante horas. . . . . . Me encantaba escuchar la lectura de textos sagrados como el Ramayana y el Bhagavata. Si los lectores tenían alguna afectación, podía fácilmente imitarlos y así divertía a los demás con mi parodia. Podía reproducir de memoria el drama entero. 

               Hubiera sido maravilloso ver a Ramakrishna vestido de novio, llevando una guirnalda en su cuello y ungido con pasta de sándalo, cuando caminaba de Kamarpukur a Jairambati. Akshai Sen describe con humor la procesión nupcial de Ramakrishna en su famoso libro Sri Ramakrishna Punthi. Compara el casamiento de Ramakrishna con el de Shiva, acompañado por Nandi y Bhringi. 

              Cuando comenzó a funcionar el ferrocarril  entre Burdwan y Calcutta, Ramakrishna tomaba un tren a Burdwan y luego seguía el viaje a su pueblo natal, Kamarpukur, en carreta de bueyes. Más tarde, les contaba a sus devotos lo que ocurría durante estos viajes: "Una vez, estaba yo yendo de Burdwan a Kamarpukur en una carreta tirada por bueyes, cuando llegó una gran tormenta. Aparecieron algunas personas que se reunieron cerca de la carreta. Mis compañeros dijeron que eran asaltantes. Entonces yo comencé a repetir los nombres de Dios, llamando unas veces a Kali, otras a Rama, otras a Hanuman".

          Más tarde, les contó otra historia: "Una vez, iba camino a Burdwan, viniendo de Kamarpukur. En un lugar corrí a una pradera para observar cómo se sustentan los seres vivientes. Vi a las hormigas caminando por ahí. Percibí que no había ningún lugar que no estuviera pleno de Conciencia. También percibí que los seres vivos son como diferentes flores con varias capas de pétalos. También me fue revelado que son como burbujas, algunas pequeñas y otras grandes". 

               A pesar de que Ramakrishna se había desvinculado de los asuntos mundanos, en varias ocasiones tuvo que comparecer ante la justicia: una vez para registrar un campo y en otra ocasión, como testigo en una causa. El lector podrá preguntarse cómo es posible que lo involucraran en estos asuntos si la mayor parte del tiempo él estaba absorto en la conciencia de Dios. Ramakrishna dijo:  "Sin la renunciación a lujuria y codicia no es posible ningún progreso espiritual. Yo renuncié a estos tres: tierra, mujer y riqueza. Una vez fui al Registro de la Propiedad para registrar unas tierras cuyo título estaba a nombre de Raghuvir. El empleado me pidió que firmara con mi nombre, pero yo no lo hice porque no podía sentir que esas tierras fueran 'mías'. Como gurú de Keshab Sen, me mostraron mucho respeto. Me obsequiaron algunos mangos, pero yo no pude llevarlos a casa. Un sannyasin no debe almacenar nada."

               Una vez, cuando Ramakrishna visitó Sihar, su sobrino Rajaram tuvo una pelea con un vecino y lo insultó. El hombre le entabló juicio a Rajaram y pidió a Ramakrishna que compareciera como testigo en el caso. Sabía que el Maestro era un hombre veraz. Ramakrishna no pudo ignorar las citaciones y así tuvo que viajar cerca de treinta millas de Sihar a Vishnupur. Cuando llegó allí, lo retó a Rajaram, diciéndole que resolviera el caso fuera de la corte ya que si no lo hacía, tendría que someterse a la condena. Asustado, Rajaram resolvió el caso y el Maestro no tuvo necesidad de comparecer ante el juez. 

               Algunas veces, podemos verlo a Ramakrishna como babysitter, cuidando a sus sobrinos Akshay y Shivaram. Dijo: "Un paramahamsa ( alma iluminada) es como un niño de cinco años. Ve todo cargado de Conciencia. En una ocasión, cuando yo vivía en Kamarpukur, Shivaram tenía cuatro o cinco años. Un día estaba tratando de cazar langostas cerca del estanque. Las hojas se movían. Para parar el susurro de las hojas, les decía: "¡Shshsh, shshsh! que quiero cazar una langosta" . Otro día había tormenta y llovía torrencialmente. Shivaram estaba conmigo en la casa. Había relámpagos. Él quería abrir la puerta y salir. Yo lo reté y lo detuve, pero aún así espiaba hacia afuera cada tanto. Cuando veía un relámpago, exclamaba: "¡Mira, tío! ¡Están encendiendo fósforos de nuevo!"

          En otra oportunidad, dijo: "Cuando yo vivía en Kamarpukur, el hijo de Hriday, un niño de cuatro o cinco años de edad, solía pasar el día entero conmigo. Jugaba con sus juguetes y olvidaba prácticamente todo lo demás, pero apenas empezaba a anochecer, decía: "Quiero ir con mi mamá". Yo trataba de engatusarlo de varios modos. Solía decirle: "Mira, voy a darte una paloma". Pero él no se consolaba con esas cosas, lloraba y gritaba: "Yo quiero ir con mi mamá".  Ya no disfrutaba más de sus juegos. Yo mismo lloraba al ver su estado. Uno debería llorar por Dios así, como un niño."

               Swami Saradananda escribió:

Un día, el Maestro estaba viajando en palanquín desde Kamarpukur hasta la casa de Hriday en Sihar. Durante ese viaje, el Maestro disfrutó viendo los vastos campos bajo el cielo azul, los extensos arrozales, las hileras de banianos que brindaban su fresca sombra a lo largo del sendero, y las enredaderas cubiertas de flores con dulces fragancias, y escuchando el melodioso canto de los pájaros. De pronto, dos hermosos jóvenes adolescentes surgieron de su cuerpo. Se fueron caminando lejos al medio del campo en busca de flores silvestres y luego volvieron cerca del palanquín, riendo, bromeando y hablando alegremente. Esto lo hicieron con mucha dicha por largo rato y luego volvieron a entrar en el cuerpo del Maestro. Más tarde, la Bhairavi Brahmani explicó el significado de esta visión: "Hijo mío, tu visión fue real. Esta vez, Chaitanya se manifestó en el cuerpo de Nityananda. Ambos Chaitanya y Nityananda surgieron de ti y están residiendo en ti ahora. Es por eso que tuviste esa visión".

          Ramakrishna era tremendamente atractivo y mucha gente se congregaba a su alrededor. Estaban ansiosos por escuchar sus palabras inmortales. Es por eso que le quedaba muy poco tiempo para comer o dormir. Él mismo describió lo que sucedió en ese tiempo: "Una vez visité la casa da Hriday en Sihar. De allí me llevaron a Shyambazar. Por siete días y noches estuve rodeado por una enorme multitud. ¡Qué atracción! Nada más que kirtan y baile, día y noche. La gente estaba parada en hileras sobre las paredes y hasta en los árboles. Hriday me arrastraba por la fuerza lejos de la multitud hasta un arrozal por miedo a que el calor me causara un ataque de apoplejía. En Shyambazar comprendí lo que significa la atracción divina. Cuando Dios encarna en la tierra atrae a la gente con la ayuda de Yogamaya, Su divino poder."

               Swami Saradananda escribió: 

Una vez, cuando el Maestro estaba en Kamarpukur, se hicieron arreglos para que visitara Jayrambati y Sihar. Él estaba constantemente en bhava samadhi y como consecuencia sus miembros eran tan delicados como los de un niño o de una mujer. No podía caminar ni siquiera una corta distancia y necesitaba un palanquín o un carruaje que lo llevara. Para su viaje a Sihar vía Jayrambati habían hecho traer un palanquín. Hriday también estaba listo para partir. Después de almorzar, el Maestro se puso ropa de seda de color rojo y sujetó su amuleto de oro en uno de sus brazos. Sus labios se habían puesto color carmesí por el betel que masticaba. Cuando estaba a punto de subir al palanquín, notó que en la calle cercana se había juntado una gran multitud. Al ver tantos hombres y mujeres allí, el Maestro asombrado le preguntó a Hriday: "¿Hriday, por qué está toda esa gente ahí?" 

Hriday: "Luces tan hermoso con esa ropa de seda y tus labios brillan con su color carmesí. Es por eso que quieren verte."

Maestro: "¿Qué? ¡La gente se reúne sólo para ver a un hombre! No voy a ir. A cualquier lugar que vaya, la gente se va a agolpar como aquí". Muy disgustado, el Maestro retornó a su cuarto y se quitó la ropa de seda. Pleno de humildad, como estaba, el Maestro ese día no fue ni a Jayrambati ni a Sihar.

         Lakshmi, la sobrina del Maestro, recuerda: "Cuando el Maestro estaba en su pueblo natal, todas las noches se sentaba a la puerta de su casa paterna, observando a la gente que pasaba por la calle. Todas las mujeres tenían que pasar por allí cuando traían agua de la cisterna. Pasaban con sus cántaros. Cuando lo veían en la puerta, se sentaban en el patio frente a la casa, con sus cántaros a un costado, y olvidaban todo en su alegría por escucharlo hablar o cantar sobre Dios. Temiendo que estuvieran desatendiendo sus obligaciones, él les preguntaba sobre ellas. Cierta vez, una muchacha le dijo: 'Tengo una vaca. Cuando me enteré que usted vendría, corté pasto como para un mes y llené mi pieza con él.' A otra mujer le preguntó: '¿Cómo está tu bebé?' '¡Oh, me olvidé!', exclamó, 'lo dejé con una vecina.' Ella había caminado más de una milla para venir a verlo".

               No podemos realizar a Dios si no tenemos una fe cándida. El Maestro tenía una fe así, como indica el siguiente incidente: Dijo:

               "Un día, algo me mordió cuando estaba sentado en el pasto en Kamarpukur. Temí que podría haber sido una serpiente, y no sabía qué hacer. Había oído decir que si una serpiente le muerde a uno de nuevo inmediatamente después de su primera mordedura, recibe de vuelta su propio veneno. Inmediatamente me puse a buscar el hoyo de la serpiente para que pudiera morderme de nuevo. Mientras estaba buscando, un hombre me preguntó:"¿Qué estás buscando?" Después de escuchar mi relato, dijo: "Pero la serpiente tiene que morder en el mismo lugar donde mordió antes". Entonces, me fui. Quizás me había picado un escorpión o algún otro insecto. 

     Yo había escuchado decir a Ramlal que el frío del otoño es bueno para la salud. Ramlal había citado un verso pasa confirmar lo dicho. Un día, mientras estaba volviendo de Calcutta en carruaje, saqué la cabeza por la ventanilla para poder recibir todo el frío. Después caí enfermo."

               A veces el Maestro narraba historias de su vida en el pueblo a las personas que venían a verlo desde Calcutta, para que pudieran desarrollar su fe. Por ejemplo, les contó este cuento popular:

               Ranjit Roy era el terrateniente de aquella parte del país. Gracias al poder de la austeridad que había practicado, logró que la Divina Madre naciera como su hija. Un día estaba concentrado en las tareas relacionadas con su propiedad. La niña, con su naturaleza infantil, lo interrumpía continuamente, diciendo: "¿Papá, qué es esto? ¿Qué es eso?" Ranjit Roy trató de persuadirla con dulces palabras, de que no lo molestara. Pero la niña no se iba. Al final, distraído, el padre dijo: 'Sal de aquí!' Con ese pretexto, ella se fue de la casa. Un vendedor  ambulante que ofrecía artículos hechos con conchillas estaba pasando por la carretera. Ella tomó de él un par de brazaletes para sus muñecas. Cuando él le pidió que le pagara, ella dijo que podía obtener el dinero de una caja determinada que estaba en su casa. Y luego desapareció. Un rato después, el vendedor llegó a la casa y reclamó el pago de sus brazaletes. Tal como ella lo había indicado, el dinero que se le debía al vendedor se encontraba en la caja. Ranjit Roy estaba llorando amargamente cuando unas personas llegaron corriendo hasta él y le dijeron que habían visto algo en el lago.Todos corrieron hasta allí y vieron un brazo con un brazalete de conchillas que salía del agua haciendo señales con la mano. Al momento siguiente desapareció. Aún hoy en día, la gente la adora como la Divina Madre en su festival anual.

               Cierta vez, un devoto le preguntó a Sri Ramakrishna: "¿Cómo puede uno recibir la gracia de Dios?" El Maestro respondió a su pregunta citando cosas que había visto en las calles de Calcutta y en las praderas de su pueblo. Dijo: "Constantemente debes cantar el nombre y las glorias de Dios y renunciar lo más que puedas a los pensamientos mundanos. Con el mayor de los esfuerzos puedes tratar de traer agua a tus campos para tus cosechas pero se va a escurrir toda por los agujeros en los caballones. Entonces todos tus esfuerzos de cavar un canal para traer el agua van a ser en vano.

          "Te sentirás inquieto por Dios cuando tu corazón se purifique y tu mente quede libre del apego a las cosas de este mundo. Sólo entonces tus ruegos llegarán a Dios. Un cable de telégrafo no puede transmitir mensajes si está quebrado o tiene algún otro defecto." 

               ¿Qué le ocurre al ego de una persona iluminada? Para responder a esta pregunta, Sri Ramakrishna usó una analogía sacada de  la vida en las aldeas: "Aquel que ha visto a Dios retiene su 'yo' sólo nominalmente. Ese 'yo' no puede hacer ningún daño. Es una mera apariencia, como la marca que deja una rama de cocotero. La rama ya cayó. Sólo queda la marca". 

               Si cualquier persona buscaba ayuda del Maestro o se entregaba a Él, Él asumía la responsabilidad por esa persona. Una vez, hubo una lluvia torrencial en Kamarpukur  y las calles  se inundaron. El Maestro estaba caminando por el agua para ir a otro lugar cuando vio a un bagre que se movía cerca de sus pies. Lo levantó y lo llevó al estanque de los Lahas. Cuando Hriday supo esto, dijo: "Tío, ¿por qué lo dejaste ir? Hubiéramos podido hacer una rica sopa con ese bagre." El Maestro replicó: "No, Hriday, no pude matarlo. Ese pez tomó refugio en mí". 

                        
                                   Peregrinando

               Un lugar al que llegan muchos peregrinos se santifica. La gente espiritual, en todas las épocas, va a los lugares de peregrinación y crean una atmósfera espiritual tangible por su adoración, sus rezos, su japa y meditación, su anhelo y sus austeridades. Incluso la gente común puede llegar a sentir un despertar de su propia espiritualidad cuando visitan esos lugares. Ramakrishna dijo:  "Aunque Dios está en todas partes por igual, se manifiesta más intensamente en los lugares santos. Se puede conseguir agua cavando en cualquier lugar, pero no es necesario cavar donde hay un manantial, un pozo, un estanque o un lago. En esos lugares, se consigue agua cada vez que uno la necesita".

               Deberíamos tener presente que el conocimiento de Ramakrishna no provenía del estudio de libros y escrituras como ocurre con el nuestro; su sabiduría provenía de la observación y el estudio agudos de la naturaleza, los seres humanos y todo lo que veía a su alrededor. En el Chandogya Upanishad vemos cómo Satyakama obtuvo su conocimiento de Brahman de un toro, el fuego, un cisne y un pájaro. En la vida del Maestro ocurrieron incidentes similares. Dijo : "La Madre me revela que Ella misma se ha vuelto todo. Un día yo venía desde el pinar hacia el Panchavati. Un perro me venía siguiendo. Cerca del Panchavati me quedé quieto por un rato; me vino a la mente la idea de que la Madre quizás querría decirme algo a través del perro".

               En este mundo siempre encontramos obstáculos cuando queremos hacer algo bueno. Entre Mathur y su esposa Jagadamba, hubo una dulce y a la vez acalorada conversación sobre si emprenderían una peregrinación. Jagadamba : "Salgamos en peregrinaje".      

               Mathur: "¿Qué vamos a ganar con eso? Si quieres ver a Dios, míralo al Padre (Sri Ramakrishna). Yo no quiero salir a peregrinar. Un viaje de ese tipo significaría malgastar dinero y torturar el cuerpo. Aquel que con una mirada otorga devoción y liberación y que confiere los frutos de todos los peregrinajes, esa persona vive en nuestra casa. ¿Adónde iré teniéndolo a Él aquí?  No iré a ningún lado. Si tú quieres, puedes ir, pero yo no iré. "

               Jagadamba: "¿Qué quieres decir?  ¿Por qué habremos de ir sin el Padre? Llevémoslo con nosotros."

               Mathur: "Bueno, si el Padre quiere ir con nosotros, yo también iré".

               Como una cariñosa hija corre a ver a su padre para que le cumpla sus deseos, así Jagadamba fue inmediatamente a ver a Ramakrishna y le dijo: "Padre, por favor, acepta nuestro pedido de acompañarnos. Por favor, no te niegues". ¿Qué podía hacer el Maestro? Conmovido por el sincero ruego de Jagadamba, el Maestro accedió a salir con ellos en peregrinaje. 

               Comenzaron los preparativos. Las objeciones de Mathur se transformaron en entusiasmo. Tres vagones de tren de tercera clase fueron reservados para cocineros, sirvientes, camareras y guardias y un vagón de lujo para el Maestro, Hriday, Mathur y su familia. En total fueron cien las personas que partieron en ese peregrinaje y la suma de 100.000 rupias fue lo que se gastó.  

               La primera parada fue Vaidyanath en Bihar.  El Maestro estaba haciendo un peregrinaje con su adinerado devoto y debería haberlo disfrutado. Pero cuando en un pueblo cerca de Vaidyanath vio lo demacrada que estaba la gente pobre y cómo sufría, Ramakrishna le dijo a Mathur: "Tú eres el administrador de los bienes de la Madre. Dales a cada uno de estos pobres aldeanos una pieza de tela, una buena comida y un poco de aceite para sus cabezas". Al comienzo, Mathur estaba reacio y dijo: "Padre, este peregrinaje va a costar muchísimo dinero y aquí hay mucha gente pobre. Si les doy lo que tú pides, puede suceder que me quede sin dinero más adelante. ¿Qué piensas que debería hacer?" El Padre no escuchó esta excusa. Sobrecogido de compasión, lloró al ver la abyecta miseria de los aldeanos y exclamó angustiado: "¡Desgraciado! Yo no voy a Varanasi. Voy a quedarme aquí con esta gente.  No tienen a nadie que se ocupe de ellos. No los voy a abandonar". Finalmente, Mathur tuvo que ceder.  Ramakrishna era un verdadero amigo de los pobres e indigentes. 

               Cuando viajamos, puede sucedernos que perdamos un tren u otros percances similares. Ramakrishna no fue una excepción. Cuando iban a Varanasi, él y Hriday bajaron del tren en la estación de Mugalsarai. El tren arrancó antes de que pudieran volver a subir. Mathur intentó hacer detener el tren y le pidió al guarda que, de acuerdo con un contrato previo, desenganchara los vagones que él había reservado, pero no se lo concedieron. Mathur llegó a Varanasi sumamente preocupado. Envió un telegrama al jefe de la estación de Mugalsarai para que enviara a Ramakrishna y Hriday en el tren siguiente. Sin embargo, el Maestro no tuvo necesidad de esperar el tren siguiente. Rajendralal Bandyopadhyay, un alto funcionario del ferrocarril que venía de Calcutta, llegó en su tren especial y llevó a Ramakrishna y Hriday a Varanasi.

               Hay un dicho: Mientras exista Varanasi, la religión seguirá establecida en la India. Mientras entraba a Varanasi, Ramakrishna vio con su mirada divina que la morada de Shiva estaba hecha de oro. A través de muchísimos siglos, los luminosos pensamientos espirituales de monjes y devotos se habían acumulado en este santo lugar y habían dorado la ciudad. Pero esta gloriosa visión que tuvo Ramakrishna le creó un terrible problema. ¿Cómo podía él profanar la sagrada tierra de Varanasi respondiendo allí al llamado de la naturaleza? Veía esta luz divina en los senderos, campos, jardines, en las fuentes, los estanques, los monasterios y los templos. Él no veía a Varanasi como hecha de ladrillos, piedra y madera, como la vemos nosotros. El Maestro nos contó que por algunos días, Mathur dispuso para él un palanquín que lo llevaba a la otra orilla del Asi ( un río que corre más allá de Varanasi) para que pudiera responder al llamado de la naturaleza. Cuando más adelante ese estado mental particular suyo cesó, ya no necesitaba hacer eso. 

               Durante su estadía en Varanasi, Ramakrishna y Hriday fueron casi todos los días en palanquín al templo de Vishvanath. Si tenemos en cuenta que ese mismo viaje ya despertaba el éxtasis en el Maestro, ¿qué podemos decir de su visita a la deidad? Pero aunque en todos los templos entraba en éxtasis, lo experimentaba más profundamente en Kedarnath. Algunas veces, Mathur acompañaba al Maestro actuando como su guardaespaldas. Swami Saradananda escribió:

Un día, Mathur llevó al Maestro a dar un paseo en bote. El principal crematorio de Varanasi se encuentra cerca de Manikarnika. Cuando el bote de Mathur se acercó a la escalinata de Manikarnika, el aire del crematorio estaba lleno de humo porque estaban cremando muchos cuerpos en las piras funerarias. Al ver esto, el rostro del Maestro expresaba una alegría extática y el vello de todo su cuerpo se erizó. salió de la parte cubierta del barco y caminó hacia la proa, donde entró en samadhi. El guía de Mathur y todos los boteros corrieron a sostenerlo para que no cayera al agua. Pero no necesitaron hacer nada. El Maestro quedó parado calmo e inmóvil con una bellísima sonrisa en su rostro. Todo el sitio se sentía sereno y santificado. Mathur y Hriday se quedaron cerca en actitud protectora pero si tocar al Maestro. Asombrados, los boteros contemplaban esa extraordinaria figura. 

          Cuando el éxtasis del Maestro concluyó un rato más tarde, todos desembarcaron en el ghat (escalinata) de Manikarnika, tomaron su baño, hicieron sus rituales y luego retornaron al bote para continuar su viaje. Entonces el Maestro les describió su visión  a Mathur y los demás: "Vi una figura blanca y alta con pelo leonado y enmarañado, que se acercaba con pasos firmes a una pira tras otra, levantaba cada alma individual del cuerpo que había desechado y susurraba a su oído el nombre particular de Brahman que libera al alma. Sentada al otro lado de la pira, la todopoderosa Divina Madre Kali desataba los nudos gruesos, sutiles y causales creados por cada alma individual, abriendo de esta manera el portón a la liberación, y mandando el alma al Absoluto. El Señor Vishwanath bendecía así a estas almas otorgándoles en un instante la experiencia de la infinita dicha no-dual que la gente suele lograr solo después de siglos y siglos de concentración y austeridad".

         ¡Qué hermosa escena! El Maestro podría haber caído al Ganges, ya que durante el samadhi no tenía ninguna conciencia de su cuerpo. Mathur siempre mantenía un ojo vigilante puesto en él; la mente de Mathur estaba siempre concentrada en el bienestar del Maestro.
              La gente, por lo general, se acerca a un benefactor pudiente con gratitud y humildad, y no se atreve a dirigirle ni una palabra violenta. Pero para Ramakrishna no era posible transigir con la verdad. No le importaba si una persona era rica o pobre. Él siempre le decía a la gente lo que era bueno para ellos. Un día, durante el peregrinaje, Mathur estaba hablando sobre negocios con un amigo adinerado. El Maestro no pudo soportarlo. Más tarde, expresó su gran sufrimiento: "Yo solía llorar cuando escuchaba a la gente hablando sobre temas mundanos. Cuando lo acompañé a Mathur Babu en un peregrinaje, pasamos unos días en Varanasi en la casa de Raja Babu. Un día, estaba yo sentado en la sala de estar con Mathur Babu, Raja Babu y otros. Al escucharlos hablar sobre varios temas mundanos, como sus pérdidas en los negocios y cosas por el estilo, lloré amargamente y le dije a la Divina Madre: 'Madre, ¿adónde me trajiste? Yo estaba mucho mejor en la quinta de los templos de Dakshineswar. Aquí tengo que oír hablar sobre 'mujer y oro' pero en Dakshineswar podía evitarlo'".

               Los amigos se saludan entre si de varias maneras, como abrazarse, darse la mano, ofrecerse flores o intercambiar regalos. En Varanasi, Ramakrishna saludó a Trailanga Swami, un alma iluminada, ofreciéndole rapé, y él lo aceptó. El ghat (escalinata) de Manikarnika, donde vivía Trailanga Swami, era el lugar de encuentro de los hombres santos. Aunque estaba observando un voto de silencio, Trailanga Swami trataba de colaborar en la construcción de un nuevo ghat sobre el Ganges. Al ver que Hriday era un muchacho sano, el Swami indicó que debería trabajar la tierra con una pala para la construcción del ghat. Al comienzo, Hriday se rehusó, pero obedeció cuando el Maestro se lo pidió. Al observar los ojos del Swami, sus orejas y otros órganos sensorios como también la conformación de sus miembros, el Maestro le observó a Hriday: "En él están presentes todos los signos de un  paramahamsa real. Él es el verdadero Vishvanath".

               Cuando los peregrinos llegaron a Prayag, la confluencia del Ganges con el Yamuná, no sucedió nada significativo. Ramakrishna se bañó en la confluencia de los ríos sagrados y el grupo quedó allí por tres noches. Obedeciendo a los mandatos de las escrituras, Mathur y los otros hombres se raparon el cabello, pero el Maestro no lo hizo. Dijo: "Para mi no es necesario cumplir con ese rito".

               Los senderos y ghats, los campos y bosques, las colinas y vías navegables de Vrindaban se asocian con el recuerdo de Krishna. Ramakrishna amaba este lugar, el escenario donde Sri Krishna había jugado Su divino drama, porque estaba libre de pompa y mundanalidad. Quedaba sobrecogido por el éxtasis cuando veía la belleza de Vraja - los jardines cubiertos de flores y árboles frutales, los ciervos y los pavos reales que se movían libremente por el bosque, los monjes y devotos rezando y cantando el nombre de Dios, el comportamiento simple y espiritual de la gente, las arenosas, vastas y extensas riberas del río Yamuná y el sendero zigzagueante para los peregrinos que quieren circunvalar el sagrado lugar. 

               Ramakrishna recordó así su visita a esta área:
"Fui a Vrindaban con Mathur Babu. Apenas llegué al ghat de Dhruva en Mathura, vi en un destello a Vasudeva cruzando el Yamuna con Krishna en sus brazos.
               "Una noche, estaba dando un paseo por la ribera del río. Había pequeñas chozas de paja en la playa y grandes ciruelos. Era la hora `del polvo de las vacas´. Las vacas estaban retornando de su apacentadero y levantaban polvo con sus pezuñas. Yo las observaba cómo vadeaban el río. Después vinieron unos pastorcitos que cruzaban el río con sus vacas. Apenas vi esta escena, exclamé: 'Oh, Krishna, ¿dónde estás?' y perdí la conciencia del mundo exterior.
               "Deseaba  visitar a Shyamkunda y a Radhakunda; entonces Mathur Babu arregló un palanquín que me llevara. El trayecto era largo. Pusieron comida en el palanquín. Cuando cruzábamos los prados, quedé sobrecogido por la emoción y lloré: 'Oh Krishna, encuentro todo como estaba entonces, sólo Tú no estás. Éste es el mismo prado donde Tú cuidabas a las vacas.' Hriday me seguía a pie. Yo estaba bañado en lágrimas. No podía ni siquiera pedirles a los portadores que pararan el palanquín.

               "En Shyamkunda y Radhakunda vi a los hombres santos que vivían en pequeñas chozas de barro. Estaban dedicados a sus prácticas espirituales, con la mirada en dirección opuesta a la calle, para no dejarse distraer por la gente".

              Y el Maestro continuó: "Apenas vi el monte Govardhan, me embargó la divina emoción y corrí hasta la cima. Perdí toda conciencia del mundo exterior. La gente que residía allí me ayudó a bajar. Cuando vi las praderas, los árboles, los arbustos, los pájaros y los ciervos quedé subyugado por el éxtasis".

               En Vrindaban, por quince días, el Maestro usó el ropaje de los ascetas vaishnavas y siguió sus tradiciones. Todos los días, Hriday lo llevaba al ghat (escalinata) de Kaliyadaman para que pudiera tomar su baño. Ramakrishna quiso circunvalar la tierra santa de Vrindaban, pero Hriday y Mathur se lo impidieron, diciendo que para él hubiera sido un tremendo sufrimiento.

               En Vrindaban, el Maestro se encontró con la asceta Gangamayi. Recordó más tarde: "Gangamayi se encariñó mucho conmigo. Era una señora mayor que vivía sola en una choza cerca de Nidhuban. Refiriéndose a mi condición espiritual y a mi éxtasis, dijo: 'Él es la personificación de Radha'. Me llamaba Dulali."

               "Yo no quería dejarla y volver a Calcutta. Cuando Hriday me arrastraba de una mano y ella de la otra, recordé a mi madre que en ese tiempo vivía sola aquí en el Nahabat del jardín de los templos. Sentí que no podía quedar lejos de ella y le dije a Gangamayi: 'No, debo irme'. Me encantaba la atmósfera de Vrindaban". Es divertido imaginar esa escena en una calle de Vrindaban: Hriday tirando de una mano del Maestro mientras decía: "Mi tío" y Gangamayi tirando de la otra y diciendo "Mi Dulali".
               Cuidar a Ramakrishna embriagado por la conciencia divina durante un viaje no era cosa fácil. Mathur pudo cuidarlo porque sentía genuino amor por Él. Mathur sentía que sin el Maestro, su vida hubiera sido vacía y triste. En aquella época estaba de moda que la gente rica viajara por el Ganges en barco. En uno de sus viajes, Mathur llevó al Maestro con él. Más tarde, el Maestro recordaba: "Una vez, por unos pocos días, estuve de excursión con Mathur en su casa flotante. Lo hicimos en busca de un cambio de aire. Durante ese viaje, visitamos Navadwip. Un día, vi a los boteros preparando su comida y me quedé parado observándolos. Mathur me preguntó: '¿Qué está haciendo ahí?' Y yo repliqué con una sonrisa: 'Los boteros están cocinando y su comida tiene muy buen aspecto'. Mathur sintió que yo podría pedirles que me dieran una porción de su comida, así es que dijo: '¡Venga, venga, vayámonos de aquí!'

          Igual que en Varanasi, en Navadvip el Maestro casi se cae del barco. Más tarde dijo: "Cuando estuve a punto de embarcarme para retornar, tuve una visión maravillosa de dos hermosos adolescentes. Nunca antes había visto tanta belleza. El color de su tez era tan luminoso como oro derretido y sus cabezas estaban rodeadas por halos. Sonriendo, vinieron corriendo hacia mi por el aire con los brazos levantados. Al instante, exclamé: '¡Aquí vienen, aquí vienen!' Apenas dije estas palabras, ellos vinieron cerca mío y entraron aquí ( señalando su cuerpo) y yo caí inconsciente. Hubiera caído al agua, pero Hriday estaba cerca y me sujetó. Así me fueron mostradas muchas de estas cosas y yo quedé convencido de que Chaitanya era un verdadero avatar, una manifestación del divino poder".

              Mathur consideraba a Ramakrishna como a un miembro de su familia. Lo llevó a su lugar de nacimiento, Khulna (ahora en Bangladesh). Durante ese viaje, Mathur alquiló un palanquín para el Maestro y un elefante para él mismo. Pero el Maestro, que era como un niño, pidió montar él el elefante y Mathur hizo los arreglos necesarios. Un amante siempre es feliz cuando puede alegrar al amado.

               Mathur también llevó al Maestro para que conociera su hacienda en Ranaghat en el distrito de Nadia. Cuando fue a un pueblito en la hacienda de Mathur, el Maestro se sintió profundamente apenado al ver la miseria y pobreza de los lugareños. Le pidió a Mathur que a cada uno de ellos les diera suficiente aceite para bañarse, ropa nueva y algo de comida. Mathur cumplió los deseos del Maestro. Ramakrishna hasta llegó a pedirle a Mathur que los eximiera de impuestos por un año. Debemos recordar que Mathur era el dueño del templo de Kali, y que Ramakrishna era un sacerdote, un empleado del templo. Puede parecer extraño que Ramakrishna le diera órdenes a Mathur como lo haría un empleador. Pero Ramakrishna realmente estaba convencido de que Mathur era el cuidador del templo de la Divina Madre y que él mismo era Su hijo. Como hijo de la Divina Madre, Ramakrishna podía comprender  el sufrimiento de Sus hijos mejor que nadie. Por eso tenía todo el derecho de indicarle a Mathur cómo debía satisfacer las necesidades de la gente. 


                            Viajando   por   Calcutta 

               La vida de los seres humanos se rige por normas sociales y costumbres y está controlada por mandatos y prohibiciones. Estas reglas y mandamientos hacen que el viaje de la vida se vuelva mecánico y monótono. Realmente, la vida es aburrida y triste cuando está exenta de libertad. Es por eso que nuestra moderna civilización urbana se nos presenta como algo superficial y artificial.  Aunque Ramakrishna vivía en las afueras de Calcutta, capital de la India británica, su civilización materialista no lo afectó. Su mente moraba en Dios, así es que seguía su propio sendero, sin preocuparse por la opinión pública.

               En aquellos tiempos, Calcutta estaba pasando por una tremenda conmoción, provocada por el materialismo de occidente. La tendencia de la civilización occidental se inclinaba hacia la lujuria y la codicia, la avidez y los placeres sensorios. Calcutta, baluarte de la cultura india, estaba conmocionada. La sociedad hindú se sentía golpeada porque sus ideales nacionales, su sistema de educación y su religión eran atacados por la civilización occidental.

               Ramakrishna observó que, en general, la gente de Calcutta con mentalidad mundana habían sido hipnotizados por el occidente. Para quebrar el hechizo que los cubría, Ramakrishna comenzó a viajar por las calles de Calcutta : fue al Maidan (parque céntrico), y al Fuerte William; fue a los teatros; fue a las casas de los ricos y de los pobres. Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma debe ir a la montaña. Así, sin que lo inivtaran, Ramakrishna llegó hasta la gente de Calcutta y les habló sobre Dios. Una y otra vez les recordaba cuál es la meta de la vida humana. Decía: "Dondequiera que haya algún disturbio en el imperio de la Divina Madre, yo debo correr allí a detenerlo, como un oficial del gobierno".  

               Swami Saradananda describió el siguiente viaje que Ramakrishna hizo a Calcutta:

               Un día, el Maestro decidió ir a la casa de Jadu Mallik en Calcutta, para visitar a la madre de este devoto, que amaba mucho al Maetro. Ramakrishna no había recibido ninguna noticia sobre esta familia por largo tiempo. Llegó un carro después de que el Maestro terminó su almuerzo. Mientras tanto, nuestro migo A. había llegado a Dakshineswar en bote para ver al Maestro. Éste inquirió sobre la salud de A. y luego dijo: "¡Qué bueno que hayas venido! Estoy por ir a la casa de Jadu hoy. En el camino, voy a parar en tu casa para ver a G. Su trabajo le impidió venir aquí por muchos días. Vayamos juntos". A. estuvo de acuerdo. Él había conocido al Maestro poco tiempo atrás, y sólo lo había visto en unos pocos lugares. No sabía todavía que el maravilloso Maestro podía experimentar bhava samadhi en cualquier momento, en cualquier lugar, e incluso cuando veía cosas o personas triviales, despreciables o intocables.

               El Maestro subió al carro. El joven devoto Latu, hoy conocido como Swami Adbhutananda, tomó la toalla del Maestro, su bolsita con especias masticables y otros objetos necesarios y subió con él al carro. A. también subió. El Maestro se sentó a un lado y Latu con A. ocuparon el otro lado. El carro arrancó y después de cruzar la feria en Baranagore, pasó al lado del lago Mati. No sucedió nada importante. A medida que  el Maestro, que era como un niño, veía las diferentes vistas a lo largo del camino, les hacía preguntas a Latu y A., o bromeaba sobre distintos tópicos como acostumbraba hacer habitualmente.

               Al sur del lago Mati había una pequeña feria. Y al sur de esa feria había una taberna, un dispensario, algunos almacenes de arroz con techos de azulejos y una caballeriza. En ese lugar, la misma ruta seguía derecho hacia Calcutta pero había otra ruta ancha que desde allí llegaba directo al Ganges y uno podía tomarla para ir a los conocidos templos de Sarwamangala y Chitreswari.

               En la taberna, unos borrachos estaban bebiendo y riendo estrepitosamente. Algunos estaban cantando de alegría y otros bailaban y gesticulaban. El dueño de la taberna, que había encargado al camarero que sirviera a los clientes, estaba parado con la mente distraída en la puerta del negocio. Sobre su frente lucía una gran marca color bermellón. Justo en ese momento, el coche del Maestro pasó por la puerta de la taberna. Quizás, el dueño conocía al Maestro; cuando lo vio en el carro, lo saludó juntando ambas manos.

              El ruido en la taberna atrajo la atención del Maestro; percibió el ánimo alegre de los bebedores. La dicha de Dios surgió en la mente del Maestro cuando observó cuánto deleite había en su ebriedad. Pero, además de esta dicha, también experimentó el estado de ebriedad. Quedó profundamente embriagado y arrastraba las palabras. De pronto se puso de pie, se inclinó fuera del carro y quedó con un pie en el estribo. Como un borracho expresó su alegría al ver el placer de los hombres y haciendo señas con la mano les dijo en voz alta: " ¡Maravilloso!  ¡Diviértanse!  ¡Bravo!  ¡Bravo!"   

               A. dijo:  "Nadie nos previno que el Maestro podía así de pronto entrar en un ánimo extático. Había estado hablando como un ser humano normal. ¡Pero su estado de ánimo cambió en forma tan abrupta cuando vio a esos ebrios! Yo quedé muerto de miedo. Estuve a punto de asirlo fuertemente para arrastrarlo de vuelta dentro del carro, pero inmediatamente Latu intervino, diciendo: 'Usted no necesita hacer nada. Él se va a controlar y no va a caer.' Así es que me quedé quieto, pero las palpitaciones de mi corazón seguían. Pensé que había cometido un error al viajar en el mismo carro con este loco Maestro. Y me dije a mi mismo que nunca volvería a hacerlo. Por supuesto que describir estos incidentes lleva más tiempo que el que transcurrió mientras sucedían. El carro dejó atrás la taberna y el Maestro volvió a su asiento. 

              Cuando el Maestro vio el templo de Sarvamangala, dijo: "Esa diosa Sarvamangala es una deidad viviente. Inclínense ante ella." Al decir esto, él mismo se inclinó y nosotros seguimos su ejemplo. Cuando en ese momento lo miré al Maestro, lo vi como estaba de costumbre, sonriendo apaciblemente. Pero por largo rato mi corazón no dejó de palpitar, porque yo seguía imaginando el sangriento accidente que hubiera ocurrido si él hubiera caído del carro.

               "Cuando el carro llegó a nuestra casa, el Maestro me dijo: 'Ve y fíjate si G. está en casa'. Fui, volví e informé: 'No, G. no está en casa'. Entonces él dijo: 'Bueno, yo lo extrañaba a G. Pensé que podría pedirle que pagara el alquiler extra del carruaje. Pero de todos modos, ahora ya estoy familiarizado contigo. ¿Podrías pagar una rupia hoy? Sabes, Jadu Mallick es un hombre avaro. El no va a pagar más que el monto fijo de dos rupias y cuatro annas. Pero cuando yo termine de visitar a varios devotos, ¿quién sabe qué tarde se va  hacer hasta que vuelva a Dakshineswar esta noche? Si se hace demasiado tarde, el cochero me va a importunar para volver. Por eso concertamos con Beni que por tarde que se haga, el cochero no me va a importunar si se le pagan tres rupias y cuatro annas. Te lo pido a ti porque Jadu va a pagar dos rupias y cuatro annas y si tú pones una rupia, entonces no habrá problema para el pago del viaje de hoy'. Yo le di una rupia a Latu y me incliné ante el Maestro quien entonces partió para verlo a Jadu Mallick."

                                     .  .  .  .  .  .  .  .  .  .

               A partir de ahora, vamos a viajar con Ramakrishna en imaginación. Vamos a escucharlo hablar mientras viaja en un coche de caballo o está caminando por las calles de Calcutta. No vamos a entrar a la casa de nadie, porque no es correcto hacer eso si uno no está invitado. Vamos a observar sus movimientos y aprender de él cómo caminar con Dios. Estamos endeudados con M., el cronista del Evangelio de Sri Ramakrishna quien dejó registradas esas maravillosas escenas callejeras y las inmortales palabras del Maestro. Vamos a presentarle al lector extractos de la inestimable crónica de M., y ocasionalmente agregaremos nuestros comentarios.


                  Una visita a Ishwar Chandra Vidyasagar

               M. narró la visita del Maestro a Ishwar Chandra Vidyasagar, que tuvo lugar el 5 de agosto de 1882. 

               Hacía mucho tiempo que Ramakrishna deseaba visitar a Ishwar Chandra Vidyasagar, un gran erudito, educador, escritor y filántropo. Cuando el Maestro se enteró por M. que éste era profesor en la escuela de Vidyasagar, le preguntó: "¿No me llevarías para encontrarme con Vidyasagar? Me gustaría muchísimo verlo." M. le mencionó a Ishwar Chandra ese deseo de Ramakrishna y él aceptó con alegría que M. trajera al Maestro un sábado por la tarde a las cuatro.

               En la tarde del 5 de agosto, el Maestro partió de Dakshineswar en un coche alquilado, en compañía de Bhavanath, M. y Hazra. Vidyasagar vivía en Badurbagan, en el centro de Calcutta, a unas seis millas de Dakshineswar. El coche pasó por el puente de Baghbazar y llegó a la calle Amherst, pasando por Shyambazar. Durante el viaje, el Maestro conversó alegremente con sus compañeros; pero cuando el coche llegó a la casa de Vidyasagar, su disposición de ánimo súbitamente cambió. Quedó dominado por divino éxtasis. M., que no había notado esto, señaló le casa quinta donde había vivido Raja Rammohan Roy. El Maestro se sintió contrariado y dijo: "Esas cosas no me interesan ahora". Estaba entrando en un estado extático.

               El coche se detuvo frente a la casa de Vidyasagar. El Maestro bajó del coche ayudado por M., quien luego les mostró el camino. En el patio había muchas plantas en flor. Mientras caminaba hacia la casa, el Maestro le dijo a M. como un niño, señalando el botón de su camisa: "Mi camisa está desabrochada. ¿Va a sentirse ofendido Vidyasagar por esto?"  "Oh, no!" dijo M.. "No se preocupe por eso. Nada de lo que venga de usted va a ser ofensivo. No necesita abotonar su camisa". Aceptó esta afirmación con toda simplicidad, como un niño."  

               Con Vidyasagar Ramakrishna tuvo una prolongada conversación. Hablando con él sobre Brahman, dijo: "Lo que Brahman es, no puede ser descrito. Todas las cosas en el mundo - los Vedas, los Puranas, los Tantras, los seis sistemas de filosofía - han sido profanadas, como comida que fue tocada por la lengua, porque fueron leídas o expresadas por la lengua. Hay solo una cosa que no fue profanada de esta manera, y es Brahman." En relación con esto, citó el ejemplo de una muñeca de sal que quería contarles a otros qué profundidad tiene el océano. Pero apenas entró al agua, se derritió.

         Cuando uno es iluminado, uno se vuelve silencioso. El Maestro dio ejemplos surgidos de lo que había visto a su alrededor, tales como: "La abeja zumba mientras no está posada en una flor. Se vuelve silenciosa cuando comienza a absorber la miel. Una jarra vacía hace un sonido "gluglú" cuando se la sumerge en agua. Cuando se llenó, se vuelve silenciosa". 

               Después de despedirse de Vidyasagar, el Maestro se encontró con uno de sus devotos.  M. lo narra así:

                 Entonces Ramakrishna se despidió de Vidyasagar, quien con sus amigos acompañó al Maestro al portón principal, iluminando el camino con una vela encendida en su mano. Antes de salir de la habitación, el Maestro rezó por el bienestar de la familia y mientras rezaba entró en un ánimo ecstático. 

              Cuando el Maestro y los devotos llegaron al portón, vieron algo inesperado y se quedaron quietos. Frente a ellos estaba un caballero con barba y tez clara. Apenas vio al Maestro, cayó postrado ante él.

             Cuando se levantó, el Maestro dijo: "¿Quién es? ¿Balaram? ¿por qué tan tarde en la noche? "
              Balaram: "Estuve esperando aquí por un largo rato, Señor".
         Maestro: "¿Por que no entraste?"
        Balaram: "Todos estaban escuchándolo. No quise molestarlo".

               El Maestro subió al carro con sus compañeros. 
        Vidyasagar a M. : ¿Pagaré el alquiler del coche?"
        M.: Oh, no se preocupe por eso. Ya está arreglado.
      Vidyasagar y sus amigos se inclinaron ante Ramakrishna y el carro partió para Dakshieswar. Pero el pequeño grupo, encabezado por el venerable Vidyasagar, con su vela encendida en la mano, quedó parado en el portón, siguiendo al Maestro con la mirada hasta que se perdió de vista.


           Viajes  en  lancha  con  Keshab  Chandra  Sen
         
               En tres ocasiones, Ramakrishna viajó con Keshab Chandra Sen en buque de vapor. El primer paseo tuvo lugar el 15 de julio de 1881 y Hriday estaba con él. El Maestro disfrutó al oír el sonido dyhak-dyhak que hacía el vapor. Alguien le sugirió que mirara por el telescopio del buque, pero él dijo: "Mi mente está ahora unida a Dios. ¿Cómo puedo abandonarlo y ponerla en ese telescopio?"



           Ramakrishna  en  el  circo

                     Ramakrishna le rogó a la Divina Madre: "Madre, no dejes que me vuelva un monje seco". Nos asombramos de ver que el Maestro, que estaba la mayor parte del tiempo en un estado de intoxicación divina, haya ido a Calcutta a ver el circo el 15 de noviembre de 1882. Nosotros, a veces, planeamos encontrarnos con nuestros amigos en un lugar y tiempo particular, y luego ir a un teatro o cine. El Maestro hizo lo mismo, como M. registró en el Evangelio:
               Ramakrishna, acompañado por Rakhal y varios otros devotos, llegó a Calcutta en un carruaje y preguntó por M. en la escuela de Vidyasagar, donde M. estaba dando clases. Entonces todos partieron hacia el Maidan. Sri Ramakrishna quería ver el circo Wilson. Cuando el carruaje avanzaba por la Calle Chitpore que estaba llena de gente, su alegría era inmensa. Como un niñito, se asomó primero por un lado del carruaje y luego por el otro, hablando consigo mismo como si estuviera hablándoles a los transeuntes. Dirigiéndose a M. dijo: "Veo que la atención de la gente está dirigida hacia cosas terrenales. Todos están corriendo para satisfacer sus estómagos. Nadie está pensando en Dios".

              Llegaron al circo. Compraron entradas para las localidades más económicas. Los devotos llevaron al Maestro a la galería alta y todos se sentaron en un banco. El Maestro dijo alegremente: "Ha! Este es un buen lugar. Desde aquí puedo ver bien el espectáculo". Hubo exhibiciones de varias hazañas. Un caballo corría por una pista circular sobre la cual estaban colgados por intervalos unos grandes aros de hierro. La amazona de circo, una mujer inglesa, estaba parada en un pie sobre el lomo del caballo y cuando éste pasaba bajo los aros, saltaba a través de ellos, aterrizando siempre en un pie sobre el lomo del caballo. El caballo recorría el círculo entero y la mujer nunca erraba el caballo ni perdía el equilibrio.

               Cuando terminó la función del circo, el Maestro y los devotos quedaron parados afuera en el campo, cerca del carruaje Era una noche fría y él se cubrió el cuerpo con su chal verde.

               Sri Ramakrishna le dijo a M: "¿Viste cómo esa mujer inglesa estuvo parada en un pié sobre su caballo mientras éste corría con la velocidad de un rayo? ¡Qué hazaña difícil debe de ser esa! Ella debe de haber practicado por mucho tiempo. El mínimo descuido y se hubiera roto brazos y piernas; hasta podría haberse matado. Llevando la vida de un hogareño uno se enfrenta con las mismas dificultades. Unos pocos tienen éxito por la gracia de Dios como resultado de sus prácticas espirituales. Pero la mayoría fracasan. Al entrar en el mundo, se vuelven más y más enredados en él; se hunden en la mundanalidad y sufren las agonías de la muerte. Por eso, la práctica espiritual es extremadamente necesaria; de otro modo uno no puede vivir debidamente en el mundo".

               Cada una de las acciones del Maestro era significativa. Fue al circo y luego usó un ejemplo de allí para mostrarles a los devotos cómo se puede lograr perfección a través de la práctica. 


                  El Festival de Panihati

               El 18 de junio de 1883, el Maestro asistió a un festival vaishnava con algunos de sus discípulos. M. describe este evento:
"Sri Ramakrishna había sido invitado al gran festival religioso en Panihati, cerca de Calcutta. Este 'Festival del arroz aplastado'.Este festival fue celebrado inicialmente por Raghunath Das, un discípulo de Chaitanya. Se dice que Raghunath acostumbraba escapar de su casa, practicar secretamente sus devociones y disfrutar de la dicha del éxtasis espiritual. Un día, Nityananda le dijo: '¡Ladrón! Te escapas de casa para disfrutar tú solo del amor de Dios. Lo escondes de nosotros. Hoy te voy a castigar. Debes organizar un festival religioso y agasajar a los devotos con arroz aplastado.' Desde entonces, los vaishnavas celebran anualmente el festival en Panihati.

               El Maestro había sido invitado por Mani Sen quien era el guardian del templo (de Radha-Krishna). Ram, M., Rakhal, Bhavanath y unos pocos devotos más estaban  con el Maestro en un carruaje. Durante el viaje a Panihati, Sri Ramakrishna estaba en un ánimo alegre y bromeaba con los jóvenes. Pero apenas el carruaje llegó al lugar del festival, para gran asombro de los devotos, el Maestro se precipitó en medio de la multitud. Se unió a la fiesta del kirtan y bailó, olvidando al mundo por completo. De tanto en tanto, quedaba de pie, inmóvil, en samadhi. Navadwip Goswami lo sostenía cuidadosamente, por temor a que cayera. Miles de devotos se habían reunido para el festival. . . . . . . . . Parecía que el divino fervor del Maestro se estaba comunicando a la multitud que se balanceaba de un lado a otro cantando el nombre de Dios, hasta que el aire mismo pareció retumbar con él. Tambores, címbalos y otros instrumentos producían sonidos melodiosos. . . . . . De todos lados llovían flores sobre sus pies y cabeza. El grito del nombre de Hari se escuchaba aún a la distancia, como el bramido del océano.

         M. nos narra cómo por la tarde, Ramakrishna retornó a Dakshineswar:
Acompañado por los devotos, el Maestro tomó un carruaje para volver a Dakshineswar. En el camino, iban a pasar por la quinta del templo de Mati Seal. Por largo tiempo, el Maestro había estado pidiéndole a M. que lo llevara a la cisterna que había en esa quinta, para poder enseñarle cómo meditar en Dios sin forma. En la cisterna había peces mansos. Nadie les hacía daño. Los visitantes tiraban arroz inflado y otros bocados al agua y los grandes peces venían en cardúmenes y comían la comida. Si temor, los peces nadaban en el agua y jugaban alegremente allí.

Cuando llegaron a la cisterna, el Maestro le dijo a M.: "Mira los peces. Meditar en Dio sin forma es como nadar alegremente como estos peces en el océano de Dicha y Conciencia." 


               Viajando en coche con el Maestro

                    El 28 de julio de 1883, M se unió al Maestro cuando viajaba a Calcutta. Escribió: 
Eran cerca de las cuatro de la tarde, cuando Sri Ramakrishna con Ramlal y uno o dos devotos más partió de Dakshineswar para Calcutta en carro. Cuando el carro pasó por el portón del templo de Kali, lo vieron a M., acercándose a pie con cuatro mangos en las manos. El carro paró y M. saludó al Maestro. Sri Ramakrishna estaba yendo a visitar a algunos de sus devotos en Calcutta. 

Maestro (a M. con una sonrisa): Ven con nosotros. Estamos yendo a la casa de Adhar .

Alegremente M. subió al carro. Como había recibido una educación inglesa, M. no creía en las tendencias heredadas de vidas anteriores. Pero, unos pocos días atrás había admitido que Adhar mostraba una devoción tan grande al Maestro debido a sus buenas tendencias traídas de previos nacimientos. Más tarde, había reflexionado sobre el asunto y había descubierto que todavía no estaba completamente convencido de que existiera este tipo de tendencias. Había ido a Dakshineswar ese día para conversar sobre el tema con Sri Ramakrishna. 
Maestro: "Bueno, ¿qué piensas de Adhar?"
M.: "Tiene gran anhelo por Ddios".
Maestro: "Adhar también habla muy bien de ti."
M."Yo no tengo mucha fe en la reencarnación y las tendencias heredadas de vidas previas. ¿Va a dañar esto de algún modo mi devoción a Dios?"
Maestro: "Es suficiente creer que todo es posible en la creación de Dios. Nunca permitas que pase por tu mente el pensamiento que tus ideas son las únicas acertadas y las de otros son falsas. Entonces Dios te explicará todo.
 ¿Qué puede el hombre comprender de las acciones de Dios? Una vez, cuando estaba yo explicándole a alguien las acciones de Dios, Dios de repente me mostró el lago de Kamarpukur. Vi a un hombre quitando la espuma verde y bebieno el agua. El agua estaba tan clara como un cristal. Dios me reveló que Satchidananda está cubierto por la espuma de maya. Aquel que quita la espuma verde puede beber el agua".
 El carro llegó al cruce de Shobhabazar en Calcutta. El Maestro continuó diciendo: "A veces encuentro que el universo está saturado con la conciencia de Dios como la tierra que está empapada de agua en la estación de las lluvias. Bueno, yo veo tantas visiones pero nunca siento vanidad por eso."
 M.: (con una sonrisa) : "¡Usted hablando de vanidad, señor!"
 Maestro: "Te doy mi palabra, no siento vanidad, ni siquiera en el menor grado. ¿Conociste a alguien que se parezca a mí, algún pandit o algún hombre santo?"
 M.: "Dios lo creó a usted  con  sus  propias manos, mientras que a los otros los hizo a máquina. A todos los demás los creó según la ley".
 Maestro ( riendo, a Ramlal y los otros devotos ) : "¡Escuchen lo que está diciendo!" Sri Ramakrishna rió por un rato y finalmente dijo: "Realmente,  verdaderamente, no tengo ningún orgullo -, no, ni siquiera el menor poquito". 
El Maestro  reía  como  un  niño y  su  alegría era contagiosa.

                El  Maestro  tenía  una mente  abierta y siempre le gustaba aprender cosas nuevas. Decía: "Mientras viva, aprendo".La narración de M. muestra este aspecto de Ramakrishna, cuando la conversación continúa mientras van camino a Calcutta:

Maestro: "¿Tú crees en la astronomía de los ingleses?"
M.: "Se pueden hacer nuevos descubrimientos, aplicando las leyes de la astronomía occidental. Cuando observaron el movimiento irregular de Urano, los astrónomos miraron por sus telescopios y descubrieron a Neptuno que brillaba en el cielo. Ello también pueden predecir eclipses".
Maestro: "Sí, eso es cierto".
El carro siguió avanzando y estaban acercándose a la casa de Adhar. Sri Ramakrishna le dijo a M.: "Mora en la verdad y sin duda realizarás a Dios":
El otro día usted le dijo a Navadwip Goswami: "Oh Dios, yo te deseo a Ti. Por favor no me engañes con Tu maya que hechiza al mundo. Yo quiero realizarte a Ti".
Maestro: "Sí, uno debería poder decir eso desde lo más profundo del alma." 
       
Después de darle este valioso consejo a M., el Maestro entró al salón de Adhar. Después, el Maestro fue a las casas de Jadu Mallick y de Khelath Ghosh. En ambas habló sobre Dios y cantó cantos devocionales; finalmente, avanzada la noche, volvió a Dakshineswar.


               El  agudo  poder   de  observación  del  Maestro

               Cuando Ramakrishna viajaba por las calles de Calcutta en carro de caballos, dejaba las puertas abiertas para poder observar las modas y los estilos de vida de la gente que veía. A su aguda mirada no se le escapaba nada. El 7 de septiembre de 1886, le dijo a M.:

              "El otro día fui a Calcutta. Cuando iba en el carro, observé que todo el mundo tenías la atención fija en cosas bajas. Todo el mundo estaba rumiando sobre su estómago, corriendo tras nada más que la comida. Todos tenían la mente dirigida a `mujer y oro` (lujuria y codicia). Vi solo a uno o dos con su atención fija en cosos más elevadas, con sus mentes vueltas hacia Dios. "
M.: Esta época actual agravó la preocupación por el estómago. Tratando de imitar a los ingleses, la gente volcó su atención a lujos cada vez mayores; por eso sus necesidades también aumentaron."

          Ramakrishna sentía una gran desazón cuando escuchaba conversaciones mundanas. El 9 de septiembre de 1883, le dijo a M.: Veo a la gente que viene al Ganges para bañarse. Hablan hasta el cansancio de todo lo que hay bajo el sol. La tía viuda dice: "Sin mi no pueden hacer el Durga Puja. Tengo que ocuparme hasta del más mínimo detalle. Además, tengo que supervisar todo cuando hay una fiesta de casamiento en la familia, incluso la cama de los novios".
M.: "¿Por qué las censuraremos? ¿De qué otra manera podrían pasar el tiempo?"
Maestro (con una sonrisa): "Algunas personas tienen su sala de meditación  en el  altillo. Las mujeres preparan las ofrendas y las flores y hacen la pasta de sándalo. Pero mientras lo hacen, nunca dicen una palabra sobre Dios. El tema central de la conversación es: '¿Qué vamos a cocinar hoy? No pude conseguir verduras buenas en el mercado. El curry de ayer estuvo delicioso. Ese muchacho es mi primo. Hola! ¿todavía tienes ese empleo? No me preguntes cómo estoy. Mi Hari ya no está.' ¡Imagina! Hablan de esas cosas en el santuario a la hora del culto."


                                 Visita  a  Kankurgachi

               A la gente que está por inaugurar una nueva casa o un lugar para retiros, les gusta generalmente invitar a un hombre santo o a un líder famoso. Ram Datta compró una casa de campo para retiros y quería que el Maestro la inaugurara. M. describe la primera visita del Maestro a esta casa, el 26 de diciembre de 1883:

Acompañado por Mani Mallick, M. y varios otros devotos, Sri Ramakrishna estaba en un carro yendo hacia la nueva casa de campo de Ram (Kankurgachi en Calcutta). La casa, que Ram había comprado recientemente, estaba al lado de la de Surendra. Ram adoraba al Maestro como una encarnación de Dios. Manilal era miembro del Brahmo Samaj. Los Brahmos no creen en encarnaciones divinas. 

Maestro a Manilal: " Para meditar en Dios, al comienzo uno debería tratar de pensar en Él como libre de upadhis , limitaciónes. Dios está más allá de los upadhis. Está más allá del habla y de la mente. Pero es muy difícil alcanzar la perfección en esta forma de meditación. 

Sin embargo es fácil meditar en una encarnación - Dios nacido como hombre. Sí, Dios en forma humana. El cuerpo es una mera cobertura. Es como una linterna con una luz encendida en su interior, o como una vitrina de vidrio en la que podemos ver cosas preciosas".

Cuando llegó a la casa, el Maestro bajó del carro y acompañó a Ram y los otros devotos al sagrado huerto de tulsi. Parado cerca de éste, dijo: "¡Qué hermoso! Este es un buen lugar. Aquí puedes fácilmente meditar en Dios".

Sri Ramakrishna se sentó en la casa, ubicada al norte del lago. Ram le ofreció un plato con frutas y dulces que disfrutó con los devotos. Un ratito después, dio una vuelta por el jardín. 

Luego, Sri Ramakrishna se encaminó hacia la casa de Surendra. Cuando hubo caminado una pequeña distancia, vio a un sadhu sentado en una cama bajo un árbol. De inmediato fue hacia el hombre santo y alegremente entabló una conversación con él.

Maestro: :"¿A qué orden monástica perteneces? - ¿Tienes algún título, - Giri, Puri u otro por el estilo?"
Sadhu: "La gente me llama paramahamsa".
Maestro: "Eso es bueno. 'Yo soy Shiva' es una buena actitud. Pero debo decirte algo más. El proceso de creación, preservación y destrucción que tiene lugar día y noche, es debido a Shakti, el Poder de Dios. El Poder Original y Brahman son una y la misma cosa. Shakti no puede existir sin Brahman, así como las olas no pueden existir sin el agua. No puede haber ninguna música instrumental sin un instrumento".

Después de una agradable conversación con el sadhu, el Maestro retornó al carro  el hombre santo caminaba con él. Sri Ramakrishna lo consideraba como un viejo amigo y caminaban tomados del brazo.

               Esta escena asombrosa muestra hasta qué punto la naturaleza humana del Maestro era simple y natural. Cuando el grupo llegó a la quinta de Surendra, el Maestro le dijo a Ram: "Trae al sadhu a Dakshineswar cada vez que vengas".


               M. describe así los acontecimientos del 25 de junio de 1884:

Era el día del Rathayatra, el festival del carro de los hindúes. Sri Ramakrishna fue a Calcutta a la casa de Ishan, quien lo había invitado. Desde algún tiempo atrás, el Maestro había estado deseando encontrarse con el Pandit Shashadhar Tarkachudamani quien estaba parando en la casa de uno de los vecinos de Ishan. Así fue que decidieron que visitaría al Pandit esa tarde. 
M. continúa:
Alrededor de las cuatro de la tarde, el Maestro partió en carruaje hacia la casa donde el Pandit Shashadhar estaba residiendo. Apenas Sri Ramakrishna había subido al carro, entró en smadhi. Su constitución física era muy delicada, debido a las austeridades que practicó durante los largos años de disciplina espiritual y su constante absorción en la conciencia de Dios. El Maestro sufría por la menor incomodidad física e incluso por la vibración de pensamientos mundanos a su alrededor. Keshab Chandra Sen había dicho una vez que Sri Ramakrishna, Cristo y Sri Chaitanya pertenecen a una delicada especie de   seres humanos que deberían ser guardados en una caja de vidrio y protegidos del vulgar contacto con el mundo.

Era la estación de las lluvias y una fina llovizna había embarrado la ruta. El cielo estaba cubierto. Los devotos siguieron el carruaje a pie. Cuando éste se detuvo frente a la casa, el anfitrión y sus familiares le dieron la bienvenida al Maestro y lo llevaron al salón en el piso superior. Allí el Maestro se encontró con el pandit.

Aunque el Maestro no había recibido ninguna educación formal, sus palabras de sabiduría brotaban en comparaciones como fuegos artificiales. El Maestro le dijo al pandit: "Cuando el fruto aparece, la flor se desprende. El amor a Dios es el fruto y los rituales son la flor". También dijo: "Cuando se enciende la lámpara, las polillas vienen en enjambres. No hace falta invitarlas. Del mismo modo, el predicador que tiene un mandato de Dios, no necesita invitar a la gente para que lo escuche . . . . .  En Kamarpukur vi a la gente que mide los granos. Estos están en un montón. Un hombre sigue empujando granos del montón hacia otro hombre, que los pesa en una balanza. Así, el que pesa nunca se queda corto de granos. Lo mismo ocurre con el predicador que recibió un mandato de Dios. A medida que va enseñándole a la gente, la Divina Madre lo suple con nuevo conocimiento desde atrás. Ese conocimiento nunca se acaba".  

            Después de una larga conversación con el pandit, el Maestro volvió a la casa de Ishan antes del anochecer. Un rato más tarde, estaba preparado para partir. M. describe la escena:

Ishan y los otros devotos estaban parados cerca del Maestro. Estaban esperando para despedirse. Sri Ramakrishna les dijo: "Vivan en el mundo como una hormiga. El mundo está hecho de una mezcla de verdad y engaño, azúcar y arena, la dicha de la Conciencia Divina y los placeres de los sentidos. Vuélvanse hormigas y tomen el azúcar. 

Y luego: "El mundo es una mezcla de leche y agua, la dicha de la Conciencia de Dios y los placeres de los sentidos. Sean cisnes y tomen la leche, dejando el agua a un lado. 

Vivan en el mundo como un ave acuática. El agua se adhiere al ave, pero ésta se la sacude. Vivan en el mundo como un bagre. Este pez vive en el barro, pero su piel siempre está luminosa y brillante. El mundo es realmente una mezcla de verdad e invención. Descarten la invención y tomen la verdad." 

               Sri Ramakrishna  subió  al  carruaje  y  partió  para Dakshineswar. 


                    Ramakrishna  en  el  teatro

               El Maestro estaba planeando asistir a una representación del  Chaitanyalila  (la vida de Chaitanya) en el Teatro de la Estrella el 21 de septiembre de 1884. Mahendra Mukherji lo llevaría a Calcutta en su coche. Estaban hablando sobre adquirir localidades buenas. Algunos sugirieron que desde la galería donde costaban una rupia, la representación se podía ver bien. Ram dijo: "¡Oh no! yo voy a reservar un palco para él". El Maestro rió. Algunos devotos dijeron que entre los actores había prostitutas. Iban a rerpresentar las partes de Nimai, Nitai y otras. 

Maestro (a los devotos) : "Yo voy a mirarlas como a la Dichosa Madre misma. ¿Qué importa si una de ellas representa la parte de Chaitanya? La imitación de una chirimoya le recuerda a uno la fruta real. . . . .Una vez me llevaron al Maidan en Calcutta para ver cómo se elevaba un globo. Allí vi a un jovencito inglés apoyado contra un árbol, con su cuerpo doblado en tres partes. Esto inmediatamente  trajo ante mis ojos la imagen de Krishna y entré en samadhi."

               Más tarde, el Maestro le dijo a M. en privado: "Lo que Ram dice, se aplica a la gente rajásica. ¿De qué  sirve reservar un asiento caro?"

                  M. continuó su descripción de ese día:

Alrededor de las cinco de la tarde, Sri Ramakrishna iba camino a Calcutta. M., Mahendra Mukheryi y algunos otros devotos lo acompañaban en el coche de Mahendra. Pronto el Maestro, al pensar en Dios, entró en un estado extático. Un largo rato después, recobró la conciencia del mundo. Observó: "¡Ese sujeto, Hazra, se atreve a enseñarme!¡Qué bribón!" Y luego de una breve pausa, dijo: "Voy a beber un poco de agua". A menudo hacía ese tipo de observaciones para bajar su mente al plano de los sentidos.

Mahendra a M.: "¿Traeré algunos refrescos para él?"
M.: " No, ahora no va a comer nada".
Maestro (todavía en un estado extático) : "Voy a comer". 

Mahendra lo llevó al Maestro hasta su molino de harina que estaba en Hatibagan. 

Después de descansar un ratito, Sri Ramakrishna partiría para el teatro. Se lavó la cara. Le prepararon un narguilé. Le preguntó a M. "¿Es la hora del crepúsculo ahora? Si es, no voy a fumar. Durante la media luz del crepúsculo uno debería abandonar toda otra actividad y recordar a Dios". Diciendo esto, miró los pelos de su brazo. Quería ver si podía contarlos. Si no podía, sería el crepúsculo. 

Cada una de las palabras y acciones del Maestro tienen un profundo significado. Los musulmanes rezan puntualmente cinco veces al día. Los hindúes ortodoxos repiten el Gayatri mantra tres veces al día. Algunos hacen prácticas espirituales a la salida y a la puesta del sol, y algunos hacen purascharan desde la salida hasta la puesta del sol. Mantener la puntualidad en las disciplinas espirituales es extremadamente importante. A esto se lo llama kshana rahasya, es decir observar el misterio del tiempo. Por ejemplo, hemos fijado horas para el desayuno, el almuerzo y la cena. Como consecuencia, nuestros estómagos piden comida a esas horas. De manera similar, si reservamos un tiempo para la meditación a las 6 a.m. y a las 6 p.m., nuestra mente automáticamente pide comida espiritual a esas horas. El Maestro no tenía reloj. El vio cómo los aldeanos definían la mañana escuchando el canto de los pájaros y el anochecer, mirando si uno todavía podía ver el vello de los brazos.

Resumiremos la narración de M.:

Alrededor de las ocho y media de la noche, el carruaje con el Maestro y los devotos se detuvo frente al Teatro de la Estrella en la calle Beadon.  El Maestro iba acompañado por M., Baburam, Mahendra y dos o tres más. Estaban hablando de alquilar localidades, cuando se acercó al carruaje el director del teatro, Girish Chandra Ghosh, acompañado por varios funcionarios, y lo llevó a él con el grupo al piso superior.  Girish había oído hablar sobre el Maestro y estaba muy complacido al verlo en el teatro. Condujeron al Maestro a uno de los palcos. M. se sentó a su lado, Baburam con uno o dos devotos se sentaron atrás. La sala estaba brillantemente iluminada. Sri Ramakrishna estaba lleno de alegría y le dijo a M. con su sonrisa infantil: ¡Ah, esto está muy agradable aquí! Estoy contento de haber venido. Me siento inspirado cuando veo tanta gente junta. En esos casos puedo percibir claramente que es Dios mismo quien se ha vuelto todo".
M. Es verdad, Señor.
Maestro:  "¿Cuánto nos van a cobrar aquí ? "
M.: "No van a aceptar nada. Están muy contentos de que usted haya venido al teatro."
Maestro: "Todo se debe a la gracia de la Divina Madre". 
Luego de la función, cuando el Maestro estaba a punto de subir al carruaje, un devoto lo detuvo para preguntarle cómo había disfrutado de la interpretación. Con una sonrisa, él replicó: "La representación  me pareció igual a la realidad".

Y M. continúa narrando: 

El carruaje avanzaba hacia el molino de Mahendra. De repente, Sri Ramakrishna entró en un estado de ánimo extático y murmuró para si con voz llena de amor: "¡Oh, Krishna, oh Krishna! ¡Krishna es conocimiento! ¡Krishna es alma! ¡Krishna es mente! ¡Krishna es vida! ¡Krishna es cuerpo! O Govinda, Tú eres mi vida! ¡Tú eres mi alma!"

El carruaje llegó al molino. Mahendra alimentó al Maestro cariñosamente con varios platos. Con Mahendra y varios otros devotos, Sri Ramakrishna partió en el carruaje hacia el jardín de los templos de Dakshineswar. Estaba en un ánimo feliz. Cantó un canto sobre Gauranga y Nitai.

Mahendra: "Por favor bendígame para que yo pueda tener amor por Dios."

Maestro: "Tú eres generoso y cándido. No se puede realizar a Dios si uno no tiene sinceridad y simplicidad. Dios está muy muy lejos de una mente torcida. 

Cuando llegaron cerca de Shyambazar, Mahendra se despidió del Maestro y el carruaje continuó su camino.


                         El  Festival  de  Annakuta  en  Barabazar

                Dos días después del festival anual de Kali puja, los marwaris del departamento de  Barabazar de Calcutta, celebraron el festival de Annakuta (Annakuta significa "montaña de comida"). Durante este festival, se le ofrece a la deidad una enorme cantidad de comida cocinada que más tarde es distribuida entre los devotos y los pobres. 

                    M. describe cómo el Maestro participó en este festival, 
el 20 de octubre de 1884. Citaremos algunos párrafos de su descripción: 
...................El anfitrión marwari saludó al Maestro y lo llevó hasta el tercer piso de la casa. En una pared, había un cuadro de Kali. Sri Ramakrishna se inclinó ante él. Se sentó y entabló una conversación con los devotos. Uno de los marwaris comenzó a frotar suavemente sus pies. El Maestro le pidió que se detuviera. Luego de reflexionar un minuto, dijo: "Muy bien, puedes frotarlos un poco". Sus palabras estaban llenas de compasión. 
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Vamos a esperar en la acera de la calle Mallick hasta que el Maestro retorne de la casa. 
M. continúa:
Sri Ramakrishna se despidió de su anfitrión. Era de noche y la calle estaba atascada como antes de gente y vehículos. Entonces dijo: "Bajemos del carruaje. Puedo ir por una calle lateral". Después de dar la vuelta, el carruaje se acercó. El Maestro subió con Baburam, M. y Ram Chattopadhyay. Gopal el menor se sentó sobre el techo del carruaje. Éste avanzó por Barabazar. En todas partes había signos de gran festividad. La noche era oscura pero estaba iluminada por miríadas de luces. El carruaje llegó a la calle Chitpur que también estaba brillantemente iluminada. La gente se movía en filas como hormigas. El carruaje se detuvo frente a un puesto de perfumes. El Maestro miraba las imágenes y las luces y se sentía feliz como un niño. La gente hablaba en voz alta. Él gritó: "¡Avancen! ¡Muévanse!" Y se reía. Le dijo a Baburam con una carcajada: "¡Muévete! ¿Qué estás haciendo?" Los devotos también rieron. Comprendieron que el Maestro quería que avanzaran hacia Dios y no quedaran satisfechos con su estado actual.

El carruaje avanzó. El Maestro notó que M. había traído consigo algunos paños. Había traído dos piezas de paño sin blanquear y dos piezas lavadas. Pero el Maestro le había pedido únicamente los paños sin blanquear. Le dijo a M.: "Dame los que están sin blanquear. Puedes quedarte con los otros. O bueno, dame uno de ellos". 
M. "¿Entonces me llevo uno?"
Maestro: "Entonces tómalos ambos".
M. "Como usted quiera, Señor".
Maestro: "Puedes darme esos cuando yo los necesite. Sabes, ayer Beni Pal quería que yo le llevara comida a Ramlal. Yo le dije que no podía. Me es imposible almacenar algo para el futuro".
M. "Muy bien, Señor, voy a llevarme de vuelta las dos piezas de paño lavadas".


                               En  casa  de  Balaram  Bose 

               En los tiempos de Sri Ramakrishna, Dakshineswar era un pueblito y entre éste y Calcutta no había ningún sistema de transporte regular. La gente tenía que hacer el recorrido a pie, en carruaje o en lancha. Por esa razón, el Maestro necesitaba un lugar en Calcutta donde pudiera encontrarse con sus devotos que vivían en la ciudad.  La casa de Balaram Bose servía para ese propósito. 

               M. describió un encuentro en lo de Balaram, que tuvo lugar el 11 de marzo de 1885:

Entre los devotos hogareños del Maestro, Balaram fue realmente bendito. Sri Ramakrishna a menudo lo describía como un rasaddar, o proveedor de víveres designado por la Divina Madre para ocuparse de sus necesidades físicas. La casa de Balaram en Calcutta fue santificada muchas veces por la presencia del Maestro. Allí frecuentemente, al bailar, cantar o hablar sobre Dios, quedaba absorto en samadhi. Los discípulos y devotos que no podían ir a Dakshineswar, lo visitaban allí y recibían sus enseñanzas. Así fue que cada vez que el Maestro estuvo en casa de Balaram, los devotos se reunían allí. Ese fue el principal viñedo del Maestro en Calcutta. Fue allí que los devotos llegaron a conocerse entre ellos íntimamente.

La sombra de la noche cayó sobre Calcutta. Por el momento, el ruido de la bulliciosa metrópolis se había calmado. Gongs y caracolas anunciaban el culto vespertino en muchos hogares hindúes. Los devotos de Dios dejaban de lado sus deberes mundanos  y volcaban su mente hacia la plegaria y la meditación. La conjunción del día y la noche, ese místico ocaso, siempre creaba en el Maestro un ánimo extático. 

Los devotos que estaban sentados en la habitación observaron a Sri Ramakrishna cuando comenzó a cantar el dulce nombre de la Divina Madre. Después del canto, empezó a rezar. Cada palabra de este ruego, surgida de lo más profundo de su alma, conmovió la mente de los devotos. La melodía de su voz y la simplicidad infantil de su rostro tocaron sus corazones muy profundamente.

Guirish invitó al Maestro a su casa, diciendo que debía ir esa misma noche.

A las nueve de la noche, el Maestro estuvo listo para partir hacia la casa de Guirish. Como Balaram había preparado la cena para para él, Sri Ramakrishna le dijo: "Por favor manda la comida que preparaste para mi a la casa de Guirish. La voy a disfrutar allá". No quería herir los sentimientos de Balaram.

Mientras el Maestro bajaba del segundo piso en la casa de Balaram, entró en éxtasis divino. Parecía ebrio. Narayan y M. estaban a su lado; un poco más atrás iban Ram, Chuni y los otros devotos. Apenas el Maestro llegó a la planta baja, quedó completamente sumergido en éxtasis. Narayan se adelantó a sostenerlo de la mano para que no perdiera el equilibrio. El Maestro se mostró fastidiado por esto. Unos pocos minutos después le dijo a Narayan afectuosamente: "Si me tienes de la mano, la gente puede pensar que estoy borracho. Voy a caminar por mi mismo".

La casa de Guirish no estaba lejos de allí. El Maestro pasó por el cruce de la calle Bosepara. De repente comenzó a caminar más rápido. Los devotos quedaron atrás. Pronto, a cierta distancia, vieron a Narendra que se acercaba. En otros tiempos, la alegría del Maestro hubiera sido ilimitada al pensar en Narendra, o ante la mera mención de su nombre; pero ahora ni siquiera intercambió una sola palabra con su amado discípulo.

Guirish estaba parado en la puerta para darle la bienvenida al Maestro. Cuando Sri Ramakrishna entró en la casa, Guirish cayó a sus pies y quedó extendido en el piso como una vara. A requerimiento del Maestro, se levantó y tocó los pies del Maestro con su frente. Llevaron a Sri Ramakrishna a la sala de estar en el segundo piso. Los devotos lo siguieron y se sentaron, ansiosos de poder ver a su Maestro y escuchar cada palabra que cayera de sus labios.

Cuando Sri Ramakrishna estuvo a punto de sentarse en el asiento reservado para él, vio que cerca de allí había un diario. Le hizo seña a alguien para que lo sacara. Como un diario está lleno de temas mundanos - chismes y escándalos - él lo consideraba impío. Se sentó después que sacaron el diario.

               El 24 de abril de 1885, cuando el Maestro estaba yendo a la casa de Guirish con algunos devotos, oyó por casualidad que algunas personas hicieron una observación. Riendo, le dijo a M.: "¿Qué está diciendo esta gente? '¡Allá viene el batallón del Paramahamsa!' ¡Mira lo que dicen estos tontos! Ni la opinión pública ni la crítica lo molestaban al Maestro: su mente estaba por encima de los pares de opuestos, más allá de alabanza o censura.


                           La compasión de Ramakrishna 

               Sri Ramakrishna tenía infinito amor y compasión por todos, incluso los animales. Acostumbraba ir a Calcutta en coche de caballos, pero sentía por estos caballos una gran simpatía. El Maestro no permitía que viajaran en su coche demasiados pasajeros. A los devotos que pedían viajar con él les decía: "No, en este coche no hay lugar". Les pedía que alquilaran un coche ellos mismos o que fueran en bote. Sentía que para los caballos sería duro tirar del carro con demasiadas personas en él.

               Swami Akhandananda escribió en sus reminiscencias: "Siempre que visitaba Calcutta, el Maestro viajaba en el carro alquilado de Beni Pal de Baranagore porque sus caballos eran fuertes y sanos. El Maestro sentía dolor cuando el cochero azotaba a los caballos. Exclamaba: '¡Ay! , alguien me está pegando'. Beni Pal siempre proveía sus mejores caballos para el carro en que iba a viajar el Maestro. El cochero no azotaba a los caballos; sólo hacía ruido y sacudía las riendas".   

               M. registró cuánto amor y preocupación sentía el Maestro por sus devotos, como lo muestra este incidente del 6 de abril de 1885:

Sri Ramakrishna iba en un carruaje camino a la casa de Devendra en la calle Nima Goswami. Estaban con él Narén el menor, y uno o dos devotos más. El Maestro sentía gran anhelo por ver a Purna. Comenzó a hablar del joven discípulo.
Maestro (a M.): "¡Una gran alma! si no, ¿cómo hubiera podido hacerme hacer japa para su bienestar? Pero Purna no sabe nada de esto". 
M. y los otros devotos quedaron atónitos ante estas palabras.

El carro avanzaba hacia la casa d Devendra. En cierta ocasión, Sri Ramakrishna le había dicho a Devendra en Dakshineswar: "Estuve pensando en visitar tu casa un día de estos". Devendra había replicado: "Esa misma idea vino hoy a mi mente, y vine aquí para pedirle ese favor. Usted debe agraciar mi casa este domingo". "Pero", había dicho el Maestro, "tus entradas son escasas. No invites a mucha gente. El alquiler del carro también va a ser costoso." Devendra había respondido riendo: "¿Y qué si mis entradas son escasas? Uno puede endeudarse para comer manteca ". A estas palabras Sri Ramakrisna había reído un buen rato.

Pronto, el carro llegó a la casa de Devendra. Sri Ramakrishna le dijo: "Devendra, no hagas arreglos complicados para mi comida. Bastará algo muy simple. No me siento muy bien hoy".

               En la biblia leímos la parábola de las diez vírgenes que esperaban la llegada del novio. Todas las mujeres se quedaron dormidas mientras sus lámparas seguían ardiendo. A la medianoche, cuando apareció el novio, sólo estuvieron listas para asistir a la fiesta de casamiento las cinco vírgenes que habían traído una reserva extra de aceite para sus lámparas. Las cinco vírgenes necias no pudieron asistir a la fiesta. En el Evangelio de Sri Ramakrishna encontramos un incidente similar. Al cabo de una magnífica conversación sobre Dios en casa de Devendra, el Maestro estaba por partir. El relato de M. continúa: "Devendra y los otros devotos acompañaron al Maestro hasta el carruaje. Al ver que uno de sus vecinos estaba profundamente dormido sobre un banco en el patio, Devendra lo despertó. El vecino se refregó los ojos, diciendo: '¿Ya llegó el Paramahamsa?' Todos rompieron a reír. El hombre había llegado un largo rato antes de Sri Ramakrishna y a causa del calor, había extendido una estera sobre el banco y se había acostado, quedando profundamente dormido.

"El carro de Sri Ramakrishna se dirigió a Dakshineswar. Él le dijo a M. en un ánimo feliz: 'Comí una buena cantidad de helado; cuando vengas a Dakshineswar, traeme cuatro o cinco cucuruchos".


                          Visitando a los devotos en Calcutta

               M. sigue narrándonos: "Eran cerca de las tres de la tarde. Sri Ramakrishna estaba sentado en la sala de estar de Balaram con los devotos. . . . . .  Narendra y algunos otros devotos le habían contado al Maestro que Nanda Bose, un aristócrata de Baghbazar, tenía muchos cuadros de dioses y diosas en su casa. Por eso Sri Ramakrishna quiso visitar la casa de Nanda esa tarde (el 28 de julio de 1885). Cerca de allí vivía una mujer brahmín (Golap-ma), devota del Maestro. Ella iba a menudo a verlo a Dakshineswar. Estaba sumamente apenada por la muerte de su única hija, y el Maestro había aceptado la invitación para ir a su casa. Ella lo había invitado con mucho anhelo. De esta casa, el Maestro iría a la de la madre de Ganu (Yogin-ma), otra devota . . . . 

Estaba listo para ir a lo de Nanda Bose. Le trajeron un palanquín y entró en él repitiendo el nombre de Dios. Llevaba puestas un par de chinelas laqueadas en negro y un traje con borde rojo. Cuando Sri Ramakrishna se sentó en el palanquín, M. puso las chinelas a un lado suyo, y luego acompañó el palanquín a pié.

Pasaron por el portal de la casa de Nanda, atravesaron la amplia manzana y se detuvieron frente al edificio. Los miembros de la familia saludaron al Maestro. Éste le pidió a M. que le alcanzara las chinelas, después de lo cual salió del palanquín y entró en la gran sala. Era un ambiente muy espacioso. Por todos lados colgaban cuadros de dioses y diosas.

En una pared había un cuadro que representaba el Navavidhan de Keshab. Suresh Mitra, un amado discípulo hogareño del Maestro, lo había hecho pintar. En este cuadro, Sri Ramakrishna estaba haciéndole notar a Keshab que las personas de diferentes religiones avanzan hacia la misma meta por diferentes senderos. 

Maestro: "Esto lo pintaron para Surendra".
El padre de Prasanna (sonriendo): "Usted también está en ese cuadro".
El Maestro (sonriendo): "Sí, este cuadro lo representa todo". Éste es el ideal de los tiempos modernos".

El dueño de la casa no había dado aún ninguna seña de querer servirle algún refrigerio a Sri Ramakrishna. El mismo Sri Ramakrishna le dijo a Nanda: "Mira, tú deberías ofrecerme algo para comer. Por esa razón le dije el otro día a la madre de Jadu: 'Mira, dame algo para comer'. El no hacerlo trae daño al hogareño." (Por tradición, cuando un hombre santo visita una casa, el dueño de la casa debe ofrecerle algo para comer, o al menos un vaso de agua.)

                    Nanda mandó traer algunos dulces. Después de tomar un refrigerio, el Maestro partió para la casa de Golap-ma. La narración de M. continúa: 

El Maestro llegó a la casa de la señora brahmín que estaba sumamente apenada por la muerte de su hija. Era una antigua casa de ladrillos. Cuando entraba en ella, el Maestro pasó al lado del establo, a su izquierda. Él y los devotos fueron a la terraza y se sentaron. Allá había gente parada en filas y otros sentados. Todos estaban ansiosos por poder echarle una ojeada a Sri Ramakrishna.

La señora brahmín tenía una hermana; ambas eras viudas . . . .  La señora brahmín había estado ocupada todo el día haciendo arreglos para recibir a Sri Ramakrishna. . . . . . Su hermana vino a ver al Maestro y lo saludó. Dijo: "Mi hermana acaba de ir a la casa de Nanda Bose para preguntar por qué usted tardaba tanto en venir acá. Va a volver pronto".

La señora brahmín llegó y saludó al Maestro. Estaba fuera de si de alegría. No sabía qué decir. Con voz entrecortada dijo: "Esta es demasiada alegría para mi. Me parece que voy a morir".

Estaba hablando así, cuando su hermana subió y dijo: "¡Baja, hermana! ¿Cómo puedo yo arreglármelas si tú te quedas aquí? ¿Acaso puedo hacerlo todo sola?"

Pero la mujer brahmín estaba fuera de si de alegria. No podía alejar la mirada del Maestro y los devotos. 

Después de un rato, con mucho respeto llevó a Sri Ramakrishna a otra habitación y le ofreció dulces y otros refrigerios. Los devotos fueron agasajados en la terraza. 

Alrededor de las ocho de la noche, Sri Ramakrishna estaba listo para partir. . . . . .Un hombre con una lámpara les alumbró el camino que por partes estaba oscuro.

               Después de su visita a la casa de la madre de Ganu,  el Maestro retornó a lo de Balaram. M. describe la escena:

Sri Ramakrishna estaba descansando en la pequeña habitación situada al oeste de la sala de estar. Ya era bastante tarde, casi las diez y cuarto. . . . . . M. estaba frotando suavemente los pies del Maestro. Conversaban:

Maestro (refiriéndose a la señora brahmín y su hermana): "¡Ah! ¡Qué felices se las veía!"

M.: "¡Qué sorprendente! Una escena similar tuvo lugar con dos mujeres en la época de Jesús.También eran hermanas y devotas de Cristo. Martha y María".

Maestro (ansiosamente): "Cuéntame la historia".

M.: "Jesucristo, igual que usted, fue a la casa de ellas con sus devotos. Al verlo, una de las hermanas quedó embargada de felicidad extática. La otra hermana, sola, estaba preparando la comida para servirle a Jesús. Se quejó al Maestro diciendo: 'Señor, por favor juzga tú mismo, ¡qué injusta es mi hermana! Ella está sentada en tu habitación y yo, sola, estoy haciendo todas estas cosas.' Jesús dio: 'Ella en verdad, es bendita. Desarrolló la única cosa que se necesita en la vida humana: amor a Dios' ".

Maestro: "Bueno, después de ver todo esto, ¿Qué sientes?"

M.: "Siento que Cristo, Chaitanyadeva y usted, los tres son uno y lo mismo. Es la misma Persona que se ha convertido en los tres".

Maestro: "Sí, sí, uno, uno. Es realmente uno. ¿No ves que es sólo Él quien vive aquí (señalándose a si mismo) de esta manera?"

M.:"El otro día, usted explicó claramente cómo Dios se encarna sobre la tierra".

Maestro: "Dime qué dije".

M.:"Nos dijo que imagináramos un campo que se extiende hasta el horizonte y más allá. Se extiende sin ninguna obstrucción; pero nosotros no podemos verlo porque hay una pared enfrente nuestro. En ella hay un agujero redondo. A través de ese agujero vemos una parte de ese campo infinito".

Maestro: "Dime qué es ese agujero".

M.: "Usted es ese agujero. A través de usted se puede ver todo - esa Infinita Pradera sin límites."

Sri Ramakrishna estaba muy satisfecho. Palmeando la espalda de M. dijo: "Veo que comprendiste eso. ¡Qué bueno!"

M.: "Es realmente difícil comprender eso. No se puede entender plenamente cómo Dios, que es el Perfecto Brahman, puede vivir en ese pequeño cuerpo":

El Maestro citó de un canto: 

Oh, nadie en el mundo descubrió quién es Él;
como un loco, vaga de puerta en puerta,
de puerta en puerta vaga como un pobre mendigo.

               A Sri Ramakrishna le gustaba viajar a lugares santos, incluso a las casas de sus devotos en Calcutta. Pero no era tan fácil viajar con él. El Swami Turiyananda relata:

                    Un día, Mathur Babu estaba volviendo a Janbazar en su phaeton de lujo (un carruaje liviano de cuatro ruedas) trayendo consigo a Ramakrishna. Cuando el carruaje llegó a la Calle Chitpur,  el Maestro tuvo una visión maravillosa. Sintió que se había transformado en Sita y que Rávana estaba secuestrándolo. Embargado por esta idea, se sumergió en samadhi. Justo en ese momento, los caballos se soltaron de sus riendas, tropezaron y cayeron. Mathur Babu no podía comprender la razón de este accidente. Cuando Sri Ramakrishna volvió a la conciencia normal, Mathur Babu le relató el accidente con los caballos. Sri Ramakrishna entonces le dijo que durante el éxtasis percibió que Rávana lo estaba secuestrando y que Jatayú (el gran pájaro que había intentado rescatar a Sita) estaba atacando el carruaje de Rávana y tratando de destruirlo. Cuando hubo escuchado esta historia, Mathur Babu dijo: "Padre, ¡qué difícil es incluso ir con usted por la calle!"

               Sri Ramakrishna no sólo fue un gran maestro, sino también un gran alumno. Fue a visitar el zoológico de Calcutta. Dijo: "Cuando vi al león, entré en samadhi porque la montura de la Madre despertó en mi mente la conciencia de la Madre Misma".

               Después de visitar el Museo de Calutta, dijo: "Me mostraron los fósiles. ¡Un animal entero se había vuelto piedra! ¡Fíjense qué efecto produjo la compañía! Del mismo modo, viviendo constantemente en la compañía de un hombre santo, uno realmente se vuelve santo".

               Su visita al Estudio de Fotógrafos Bengalíes en Calcutta, Ramakrishna la describió así: "Hoy (10 de diciembre de 1881) disfruté muchísimo observando la máquina con la que se toma la fotografía de una persona. Una de las cosas que observé fue que la impresión no se fija sobre una pieza de vidrio descubierta, pero sí queda fijada cuando la pieza de vidrio está cubierta por una solución negra. Del mismo modo, el mero escuchar conversaciones sobre temas espirituales no deja ninguna impresión. Al poco tiempo la gente las olvida. Pero si interiormente están recubiertos por sinceridad y devoción, entonces pueden retener la instrucción espiritual.  

                 
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