viernes, 28 de noviembre de 2014

COMO VIVIR CON DIOS, de Swami Chetanananda-Ext.Cap.19: SWAMI BRAHMANANDA

COMO VIVIR CON DIOS, de Swami Chetanananda

REMINISCENCIAS DE SWAMI BRAHMANANDA SOBRE SRI RAMAKRISHNA  (Extractos del Capítulo 19)


          A veces, algunos devotos le contaban a Sri Ramakrishna sobre sus experiencias espirituales. Al escucharlos, un joven discípulo (Brahmananda mismo) le pidió al Maestro que le otorgara algunas experiencias espirituales. El Maestro le dijo: "Mira. Esa clase de experiencia viene cuando uno practica meditación y oración regular y sistemáticamente. Espera. Llegarás a tenerlas".


              Unos días más tarde, por la noche, el joven discípulo vio que el Maestro se dirigía al templo de la Divina Madre y lo siguió. Sri Ramakrishna entró al templo pero el discípulo no se atrevió a hacer lo mismo; se sentó en el natmandir (el hall frente al templo de la Madre) y comenzó a meditar. Después de un rato, de repente vio una luz brillante como la de un millón de soles, que venía rápidamente hacia él desde el oratorio de la Divina Madre. Se asustó y corrió a la pieza del Maestro.

             Un rato después, Sri Ramakrishna retornó del oratorio. Viendo al joven discípulo en su cuarto, le dijo: "Hola ¿Te sentaste a meditar esta noche? " "Sí", contestó el joven discípulo y le contó al Maestro lo que había sucedido. Entonces el Maestro le dijo: " Te quejas que no experimentas nada. Preguntas: '¿De qué sirve practicar meditación?'  Entonces ¿porqué saliste corriendo cuando estabas teniendo una experiencia?"

          Es natural experimentar depresión de vez en cuando. A mi (Swami Brahmananda) también me sucedió cuando estaba en Dakshineswar. En ese tiempo yo era muy joven y el Maestro tenía alrededor de 50 años, por eso me sentía inhibido para hablar abiertamente con él. Un día estaba  meditando en el templo de Kali. No podía concentrar mi mente. Esto me ponía muy triste. Me dije: "Estoy viviendo aquí desde hace tanto tiempo, y sin embargo no logré nada. Entonces ¿de qué sirve seguir estando aquí? ¡Dejemos esto por ahora! No voy a decirle nada al Maestro. Si este estado depresivo sigue dos o tres días más, volveré a casa. Allí mi mente se va a ocupar de cosas diferentes". Después de decidir esto en el oratorio, volví al cuarto del Maestro. El Maestro estaba caminando en la veranda. Cuando me vio, él también entró a la pieza. Después de retornar del oratorio, acostumbrábamos saludarlo y luego tomar un frugal desayuno. Apenas saludé al Maestro, dijo: "Mira, cuando volviste del oratorio, yo vi que tu mente estaba como cubierta por una espesa red". Yo me di cuenta de que él sabía todo, entonces le dije: "Señor, usted conoce la mala condición de mi mente". El entonces escribió algo sobre mi lengua. Inmediatamente olvidé toda mi dolorosa depresión y quedé sumergido en una dicha inexpresable.

         Todo el tiempo que viví con él, tenía recogimiento y contemplación de Dios espontáneos. Una dicha extática me llenaba todo el tiempo. Es por eso que uno necesita un gurú poderoso, uno que haya realizado a Dios. Antes de la iniciación, el gurú y el discípulo deberían por largo tiempo ponerse a prueba uno al otro. De lo contrario podrían arrepentirse más tarde. Ésta no es una relación transitoria.

          Ah! ¡Qué alegremente vivíamos en Dakshineswar con el Maestro!  A veces nos retorcíamos de la risa por su sentido del humor y su ingenio. Lo que ahora no podemos lograr por la meditación, en esos días lo obteníamos automáticamente. Cuando mi mente se distraía aunque fuera un poquito, él lo percibía mirándome y pasaba su mano por mi pecho para reubicarla. ¡Y qué libre me sentía con él! Un día, en el pórtico semicircular oeste, estaba yo masajeando su cuerpo con aceite. Por alguna razón, me enojé con él. Tiré la botella de aceite y me fui con la intención de no volver jamás. Llegué hasta la casa quinta de Jadu Mallik pero no pude avanzar más allá. Mientras tanto, él lo había enviado a Ramlal para traerme de vuelta. Cuando volví, dijo: "¿Ves?, ¿pudiste irte? Yo tracé allá un límite".

          En otra oportunidad yo había hecho algo indebido y me sentía terriblemente arrepentido. Fui a confesárselo a él. Apenas llegué, me pidió que lo siguiera con su jarra de agua. Mientras volvíamos, dijo: "Ayer hiciste tal cosa. Nunca vuelvas a hacerla". Quedé sorprendido. Me preguntaba cómo llegó a saberlo.

          Otro día, cuando yo volvía de Calcuta, dijo: "¿Porqué no puedo mirarte? ¿Hiciste algo indebido?" "No", le respondí, porque entendía por "acción indebida" actos como robar o cometer adulterio por ejemplo. El Maestro volvió a preguntarme: "¿Dijiste alguna mentira?" Ahí recordé que el día anterior, charlando y bromeando, había dicho una mentira.

          No hay nada afuera. Todo está adentro. A la gente le gusta la música, pero no se dan cuenta de que la música que oímos con nuestros oídos es trivial comparada con la música interior. ¡Qué dulce y tranquilizadora es! Durante su meditación en el Panchavati, Sri Ramakrishna solía escuchar en su interior la melodía de la vina  (un instrumento de cuerdas).

          Durante la noche, Sri Ramakrishna raramente dormía más de alrededor de una hora. A veces pasaba la noche en samadhi, a veces cantando cantos devocionales, otras veces cantando el nombre del Señor. A menudo lo veía en samadhi por una hora o más. En ese estado no podía hablar, aunque lo intentara una y otra vez. Cuando volvía a la conciencia exterior, solía decir: "Fíjense, cuando estoy en samadhi, quiero contarles mis experiencias, pero en esos momentos pierdo mi poder de hablar". Después del samadhi solía murmurar algo. A mi me parecía que estaba hablándole a alguien. Me enteré de que unos años atrás, permanecía en samadhi la mayor parte del tiempo.

          Antes de dejar el cuerpo, en la quinta de Cossipore, el Maestro nos habló de sus visiones del Infinito. Un día estábamos en su cuarto Guirish, los Swamis Vivekananda, Ramakrishnananda, Niranjanananda y yo. En ese entonces, nosotros éramos jóvenes muchachos, pero Guirish era anciano y extremadamente inteligente. Apenas escuchó unas pocas palabras del Maestro sobre el infinito, exclamó: "¡Señor, no siga hablando, que me mareo!" Oh, ¡qué conversación! El Maestro solía decir: "Sukadeva es como una hormiga que queda satisfecha con un granito de azúcar. Rama, Krishna y otras encarnaciones son como racimos de uvas que  cuelgan del árbol de Satchidananda". Éstas son simples ideas sobre Satchidananda. Es difícil de comprender.

          En una oportunidad, Sri Ramakrishna dijo: "Un día, mientras estaba meditando en el templo de Kali, tuve una visión que me reveló cómo los velos de maia desaparecen uno tras otro. En otra visión, la Divina Madre me mostró la luz de Brahman, que supera incluso la luz de millones de soles juntos. Entonces vi cómo de esa infinita luz emergía una forma luminosa y luego volvía a sumergirse en su origen. Experimenté que Brahman sin forma asumía una forma y luego otra vez se volvía sin forma".

          ¡Oh, qué poder sobrehumano tenía el Maestro! En esos tiempos nosotros pensábamos que lo que él tenía era meramente un poder especial y no podíamos entender cual era su naturaleza.¡Ahora comprendemos qué poder maravilloso era!

          Hubiera sido maravilloso si los dichos del Maestro, especialmente los referidos a sus propias prácticas devocionales, su desarrollo espiritual y sus experiencias, se hubieran podido registrar exacta y correctamente, es decir inmediatamente después de haberlas escuchado de él. Cuando hablaba sobre conocimiento (gñana), no hablaba  de ninguna otra cosa. Por otro lado, cuando hablaba sobre devoción (bhakti), sólo hablaba sobre devoción. Una y otra vez imprimía en nuestras mentes que el conocimiento mundano es insignificante y fútil, que uno debe ejercitarse únicamente para lograr conocimiento espiritual, devoción y amor.

          El Maestro rara vez podía dormir de noche. Tampoco les permitía dormir a los muchachos que vivían con él. Cuando los demás se habían ido a la cama, él solía despertar a sus discípulos, diciendo: "¿Qué es esto? ¿Acaso vinieron acá para dormir?" Entonces le daba instrucciones a cada discípulo y lo mandaba a meditar al Panchavati, al templo de Kali o al templo de Shiva de acuerdo a  sus inclinaciones. Después de practicar yapam y meditación como el Maestro le indicara, cada uno retornaba a la habitación y dormía. Así es como el Maestro hacía trabajar duro a sus discípulos. A menudo decía: "Hay tres clases de personas que no duermen de noche: el yogui, el vividor y el que está enfermo. Todos ustedes son yoguis, por eso dormir de noche no es para ustedes".

          Sri Ramakrishna solía decir: "Coman todo lo que quieran durante el día, pero coman muy poco a la noche". La idea es que una comida completa al mediodía se digiere fácilmente, y si comen liviano por la noche, su cuerpo quedará liviano y podrán concentrar la mente con facilidad. Una comida pesada por la noche da pereza y sueño.

          Sri Ramakrishna animaba a todos para que practicaran meditación. La persona que no practica meditación con regularidad, cae del sendero espiritual. El Maestro le preguntó a su gurú Tota Puri: "Usted alcanzó la perfección. Entonces, ¿por qué sigue practicando meditación?" Señalando su pote brillante de latón, Tota Puri replicó: "Si no limpias el latón todos los días, se llenará de manchas". El Maestro solía decir: "El signo de la verdadera meditación es que uno olvida su entorno y su cuerpo. Uno ni siquiera sentirá un cuervo que se le posa sobre la cabeza". Sri Ramakrishna logró ese estado. Una vez, mientras estaba meditando en el natmandir, se le posó un cuervo sobre la cabeza.

          La quinta de los templos de Dakshineswar que construyó la Rani Rasmani, proveía a Sri Ramakrishna de todo lo que necesitaba para practicar sádhana. Si tienes fe, amor y devoción, Dios te proveerá todo lo que necesites.

          Un monje ahorró diez mil rupias en un banco. Oyendo esto, el Maestro dijo: "El que calcula los pros y los contras y planea para el futuro, va a arruinar su vida espiritual".

          Por lo general, el Maestro no le permitía a nadie que se quedara con él por más de dos o tres días, pero una vez, un joven quedó con él por varios días. Esto enojó a algunos devotos y se quejaron al Maestro diciendo que él estaba enseñándole a este joven el sendero de renunciación. El Maestro respondió. "Deja que haga su vida en el mundo. ¿Acaso estoy disuadiéndolo de esto? Que primero obtenga conocimiento y luego entre en el mundo. ¿Acaso yo les digo a todos que deben renunciar al sexo y al dinero? Les hablo de renunciamiento a aquellos que necesitan solo un pequeño estímulo". Al resto solía decirles: "Vayan y disfruten de los pickles de ciruela; cuando tengan cólicos, vengan aquí por el remedio".

          A veces, el Maestro le preguntaba a la gente: "¿Puedes decirme por qué estado mental estoy pasando? ¿Qué me hace ir tan a menudo con aquellos que no pueden comprarme ni un centavo de masitas dulces infladas y que no tienen ni siquiera los medios para ofrecerme una estera gastada donde pueda sentarme?" Y después explicaba: "Veo que algunas personas van a tener éxito con facilidad. Para el resto va a ser muy difícil porque son como quien dice potes de cuajada. En ellos no se puede conservar leche". A ellos les decía: "Rezo por ustedes para que puedan realizar a Dios rápidamente".

            El Maestro decía: "Dondequiera que haya intenso anhelo, Dios se revela más". A algunas personas también les decía, señalándose a si mismo: "Amen a  'esto'.  Eso será suficiente". ¡Oh, ese maravilloso juego ya terminó!

               Además, decía a menudo: "Se necesita intenso anhelo para realizar a Dios". En este contexto, el Maestro muchas veces contaba un cuento: Cierta vez, un aspirante le preguntó a su maestro cómo podía realizar a Dios. El maestro, sin contestarle, llevó al discípulo al estanque más cercano del lugar y lo mantuvo bajo el agua. Después de un rato, cuando el discípulo ya estaba muy inquieto y a punto de desplomarse, el maestro lo sacó del agua y le preguntó: "¿Cómo te sentías bajo el agua?" "Estaba muriéndome por un poco de aire", contestó. "Cuando sientas eso por Dios", replicó el maestro, "vas a realizarlo".

               En otra ocasión dijo:"¿Saben qué clase de amor se necesita para realizar a Dios? Como un perro que tiene una herida en la cabeza se vuelve frenético y salta de aquí para allá, con esa misma desesperación deberíamos buscar a Dios".



               El Maestro solía decir que no debería haber ningún robo (es decir hipocresía) en lo más íntimo del corazón. Tenía gran cariño por los que eran simples de corazón. Decía: "No me interesan las adulaciones. Amo al que llama a Dios sinceramente." El Maestro también solía decir que todas las impurezas de la mente desaparecen si uno llama a Dios con un corazón sincero.



               ¡Oh, qué profunda era la devoción del Maestro por la verdad! Si alguna vez llegaba a decir que no comería más nada, no podía comer más aunque estuviera hambriento. Cierta vez dijo que iría a visitar a Jadu Mallik, (cuya casa quinta quedaba al lado de la quinta de los templos de Dakshineswar), pero más tarde se olvidó del asunto. Yo tampoco se lo recordé. Después de cenar, de pronto recordó la cita. Ya era muy entrada la noche pero él tenía que ir. Lo acompañé con una linterna en la mano. Cuando llegamos a la casa, la encontramos cerrada; aparentemente todos ya estaban durmiendo. El Maestro entreabrió la puerta de la sala de estar, pisó con un pié la sala y luego se fue.


               Con solo mirar el rostro de una persona, él podía ver su interior, como si estuviera mirando a través de un vidrio. Cada vez que venía un visitante, lo miraba de pie a cabeza y comprendía todo. Entonces respondía las preguntas de esa persona.

               Un día, llegó a Dakshineswar el hijo de una prostituta. El Maestro estaba durmiendo en su cuarto. El hombre entró y tocó sus pies. El Maestro de repente saltó como si alguien hubiera tirado fuego sobre él. Dijo: "Dime francamente todos los pecados que cometiste. Si no puedes, ve al Ganges y confiésalos allí en voz alta. Te liberarás de ellos". Pero el hombre era desdichado y no pudo hacerlo.


                    SRI  SRI  RAMAKRISHNA  UPADESH 
                         ( " Palabras  del  Maestro " )


          En su introducción a "Palabras del Maestro" de Swami Brahmananda, el Swami Saradananda escribió:



               El presente librito nació de la pluma de uno que era considerado por el Maestro como alguien muy cercano a Swami Vivekananda en su capacidad de realizar ideales religiosos. Y cualquiera que haya tenido la gran fortuna de estar directamente en el sagrado contacto con el Mahapurusha (santo) de Dakshineswar, pudo dar fe del gran amor que Sri Ramakrishna siempre abrigó hacia el autor de este volumen.

                Este pequeño librito asume por ello una gran importancia, teniendo en cuenta la fuente de la que procede. Porque el único móvil que llevó al autor a recopilar estos dichos seleccionados del Maestro, es acercarlos lo más posible al público, tal como fueron originalmente expresados. Es, en efecto, el trabajo del amor lleno de gratitud del discípulo bienamado  -  quien más que ningún otro solía vivir casi constantemente con el Maestro - , rectificar ante el público sus invaluables palabras, al ver cómo éstas son hoy en día tergiversadas, deformadas y distorsionadas por muchos.


El Swami Brahmananda completó su libro Palabras del Maestro cuando estaba en Vanarasi en 1914. Swami Prabhananda escribió en su Brahmananda Charit :



               Maharaj (Sw. Brahmananda) solía escribir las enseñanzas del Maestro sentado en su cuarto en la Casa de Servicio y mientras escribía no permitía a nadie estar presente allí. Sus asistentes observaron que a veces a medianoche, el Swami pedía que le trajeran el manuscrito. Una vez, después de corregirlo, comentó: "El Maestro vino y me dijo: 'No dije eso. Dije esto'". Este incidente ocurrió  cerca del final de su compilación. Otro día, el Maestro apareció ante Maharaj y le dijo que una de las enseñanzas que habían sido registradas no era suya. Entonces Maharaj recordó que la había oído de un monje de Gujarat. Refiriéndose a este incidente, Maharaj observó: "El Maestro me protegió de una falsedad". Inmediatamente eliminó esa enseñanza de su manuscrito y completó su proyecto de compilación.


               La verdad es inmortal. La vida y las enseñanzas de las encarnaciones divinas están basadas en la verdad, por eso son inmortales. Así como los evangelios de Buddha y de Cristo pasan sin interrupción de una generación a la otra, del mismo modo el evangelio de Ramakrishna seguirá fluyendo a través de los tiempos.
                           
       

miércoles, 22 de octubre de 2014

COMO VIVIR CON DIOS, de Swami Chetanananda-Capítulo 10: LA HISTORIA DE RASIK

COMO  VIVIR  CON  DIOS,  de  SWAMI CHETANANANDA

Capítulo 10 : LA  HISTORIA  DE  RASIK
             


               Rasik era un barrendero en la quinta de los templos de Dakshineswar. Como era pobre y había nacido en una familia de casta baja, entre los visitantes del templo casi ninguno lo conocía. Sólo unos pocos devotos de Sri Ramakrishna habían reparado en él. La tarea de Rasik consistía en barrer los senderos de la quinta y el patio, limpiar las letrinas, etc. Por su bajo status le estaba vedado entrar al templo; ni siquiera podía tocar a los sacerdotes debido a las restricciones sociales. Su parte en el divino drama Ramakrishna le tocó jugarla entre bastidores. Los peregrinos y los visitantes no estaban interesados en encontrarse con el barrendero de la quinta de los templos. Su salario mensual probablemente no superaba una o dos rupias.(Ramakrishna, como sacerdote, ganaba sólo cinco rupias por mes). Además, Rasik era un hombre solitario, no conocía mucha gente además de Ramakrishna y los empleados del templo que lo habían contratado.

               Nosotros tratamos de conocer a Dios practicando japa, meditación, austeridades y estudiando las escrituras; pero el Katha Upanishad nos dice: "El Atman es alcanzado sólo por aquel a quien Él elige". Realizamos a Dios por Su gracia. 

                  Rasik era iletrado, por lo tanto no podía usar su intelecto para entender a Ramakrishna. Pero era simple, sin doblez y espiritual. También el Maestro era extremadamente simple. Así fue que le otorgó su gracia al barrendero de la quinta de los templos. 

               Swami Vishuddhananda relata: Yo lo escuché al Hermano Ramlal cuando contaba cómo el Maestro derramó sobre Rasik su gracia incondicional. Él era el barrendero de la quinta de los tempos. Todos los días veía al Maestro desde cierta distancia. Observaba que mucha gente iba a visitarlo a su cuarto. Y pensaba: "Yo estoy tan cerca del Maestro y sin embargo no puedo ir a su cuarto para tocar sus pies. ¿Qué clase de pecado habré cometido? El Maestro está salvando a tantas almas, - buenas y malas. ¡Qué desafortunado soy! Lo veo de cierta distancia pero no puedo acercármele". Así, una tormenta estuvo azotando su alma durante algunos años. No tenía paz.

                Cierto día llegó la dorada oportunidad: el Maestro fue al pinar para responder al llamado de la naturaleza y el Hermano Ramlal estaba esperándolo cerca del Panchavati. Rasik se escondió detrás de un árbol y pensaba: "No me importa nada lo que pase. No aguanto más". Cuando el Maestro volvía en dirección al Nahabat, Rasik  rápidamente cayó sobre el sendero de la quinta y asiéndose de sus pies, exclamó: "Padre, ¿qué va a pasar conmigo?" Este acercamiento inesperado sobresaltó un poco al Maestro, quien luego entró en samadhi. Así pasó algún tiempo. Rasik lavó los pies del Maestro con sus lágrimas y así se liberó del dolor acumulado en su corazón.  El Maestro retornó a su estado habitual, tocó la cabeza de Rasik y dijo: "Tú ya lograste todo". 

               Kedarnath Bandyopadyay de Dakshineswar escribió en sus memorias: "Rasik Hari, del pueblo de Dakshineswar, pertenecía a la casta de los barrenderos. Yo lo vi al Maestro hablándole a Rasik, parado en su patio, como si fueran amigos. Viendo que Rasik estaba un poco borracho, El Maestro, con una sonrisa, le estaba diciendo: 'Ya entiendo lo que pasó. No bebas demasiado' . Rasik cayó a los pies del Maestro diciendo: 'Padre, ¿quién va a darme un poco de alcohol? Yo no puedo darme el lujo de beber. Felizmente murió la madre de Natabar Panja y por eso conseguí algún dinero extra haciendo un poco de limpieza. Pero ¿a quienes se le va a morir la madre todos los días, Padre?  Van a morir después que me muera yo' ".

                  Christopher Isherwood dijo: "Un gran gurú es primero y ante todo un gran discípulo". Ramakrishna es un ejemplo ideal de esta afirmación. Les decía a sus discípulos: "Mientras vivo, aprendo", Ramakrishna aprendía continuamente. Nunca cerraba la puerta de su corazón. Aprendía de barrenderos, de borrachos, de artistas de circo. Es por eso que en sus enseñanzas hay una variedad tan grande. El importante rol que Rasik jugó en la vida de Ramakrishna no es ampliamente conocido.

        En cierta ocasión, mientras meditaba, la mente de Ramakrishna corrió a la casa de Rasik. Esto puede sorprender al lector, pero realmente ocurrió. El Maestro describió el incidente así: "La Chitshakti, Mahamaya, se transformó en los veinticuatro principios cósmicos. Un día, mientras yo estaba meditando, mi mente se escapó hacia la casa de Rasik. Él es un barrendero. Yo le dije a mi mente: '¡Quédate ahí, bribona!' La Divina Madre me reveló que los hombres y mujeres en esa casa eran meras máscaras. Dentro de ellas estaba el mismo Divino Poder, la Kundalini, que sube por los seis centros espirituales en el cuerpo".

               Ramakrishna no se limitó a visitar la casa de Rasik durante su meditación, sino que realmente fue allí en medio de la noche y limpió el retrete de Rasik. Ramakrishna estaba desesperadamente tratando de destruir los grilletes que nos atan: odio, vergüenza, linaje, orgullo por tener buena conducta, miedo, ocultamiento, rango social y pesar. Los empleados del templo no sabían nada de esta secreta sádhana del Maestro. Hubieran hecho un escándalo si se hubieran enterado, porque Ramakrishna era un bramín de clase alta y además era el sacerdote del templo de la Madre Kali. Swami Vivekananda mencionó este incidente en su conferencia "Mi Maestro" :

              Se puso a practicar humildad porque había descubierto que la  idea que todas las religiones comparten es: "No yo sinoTú", y     que el Señor llena el corazón de aquel que dice "No yo". Cuanto menos haya de este pequeño yo en uno, tanto más habrá de Dios. Él encontró que esto es lo que enseñan todas y cada una e las religiones del mundo y se puso a realizarlo. Cada vez que       quería hacer algo, nunca se limitaba a teorías sino que entraba de     inmediato a ponerlo en práctica. Había una familia de parias (intocables) que vivía cerca del templo. En toda la India, los parias suman varios millones, y son considerados tan bajos en la sociedad, que varios de nuestros libros dicen que si un bramín, al salir de su casa, ve el rostro de un paria, tiene que ayunar ese día y recitar ciertas plegarias para volverse santo otra vez. En medio de la noche, cuando todos estaban durmiendo, mi Maestro entraba a la casa de los parias y limpiaba lo que encontraba sucio allí, a la par que decía: "Oh Madre, haceme el sirviente del paria, haceme sentir que yo soy inferior incluso al paria".

          Este paria era Rasik, un gran devoto. Sin saberlo, Rasik ayudó al Maestro a cumplir su práctica de humildad. 

            Ramakrishna barría los senderos de la quinta de los templos y les decía a los devotos que la Divina Madre caminaba por ahí. Cierta vez un visitante pensó que el Maestro era un jardinero y le pidió que cortara unas flores para él, lo cual hizo. 

          M. registró un incidente similar: Un joven discípulo, Latu, acostumbraba a vivir con el Maestro en Dakshineswar y servirlo. Una vez, un devoto padre de familia le regaló a Latú un nuevo par de sandalias. Pero como él la mayor parte del tiempo estaba ocupado sirviendo al Maestro, no tenía tiempo de usarlas. Una noche, un chacal se llevó una de las sandalias. Cuando el Maestro se enteró de esto, buscó en el jardín. Al fin, después de una hora, la encontró y se la dio a su joven discípulo. Latu inmediatamente exclamó:  "Señor, ¿qué hizo? ¡Se supone que yo debo servirlo a usted, no al revés!" y diciendo esto, tomó la sandalia de la mano del Maestro. ¡Cuánto cariño tenía el Maestro por sus devotos!

            El ego de Ramakrishna había muerto para siempre y su "Yo" estaba completamente poseído por la Divina Madre. Como resultado, Su voluntad y la de la Divina Madre eran una. Les decía a sus devotos: "Saben, no hay ningún show ni engaño aquí. Simplemente Le dije a la Divina Madre en mi ánimo extático: 'Oh Madre, haz que los sinceros buscadores que vienen aquí (refiriéndose a Él mismo) obtengan la perfección'".  El sincero y franco Rasik reconoció la divinidad del Maestro por Su gracia. Se sentía sinceramente atraído por el Maestro y así obtuvo la perfección.


                           LA  MUERTE  DE  RASIK 

          Existen  varias narraciones sobre la muerte de Rasik. Cada una difiere un poco de las demás, pero eso no debe extrañarnos. Cuando leemos la biblia, encontramos las mismas historias de Jesús narradas de forma diferente por Mateo, por Marcos, Lucas o Juan.

              M. cuenta así la historia de Rasik: 

       Rasik era un barrendero de la quinta de los templos de Dakshineswar. El Maestro nos contó que un día Rasik le preguntó:   "Señor ¿qué va a pasar conmigo?" Bendiciéndolo, el  Maestro dijo: "Vas a verme en el momento de la muerte" .        

             En el patio de su casa, Rasik plantó un bosquecillo de tulsi y allí practicaba disciplinas espirituales. Más adelante se enfermó   y finalmente, un día al mediodía, le pidió a su esposa que                 llamara a sus hijos  y que lo llevaran al bosquecillo de tulsi. Allí, plenamente consciente, dejó su cuerpo mientras cantaba el nombre   del Maestro.

       Rasik era una gran alma. No sólo pudo ver al Maestro durante largo tiempo, sino que además lo reconoció como una         encarnación de Dios. Por la gracia del Maestro se sintió movido a hacerle esa pregunta vital:"Qué va a pasar conmigo?" A pesar de que Rasik era un barrendero, el Maestro le otorgó la       inmortalidad. El Maestro mismo nos contó que en una ocasión       limpió la alcantarilla de la casa de Rasik con su propio cabello mientras rogaba con lágrimas en los ojos: "Madre, destruye el orgullo que tengo por ser bramín".  


               Swami Shivananda dijo:

           Cualquiera que tome refugio en el Maestro con toda       sinceridad y con todo su ser, cualquiera que ame al Maestro inevitablemente obtendrá la liberación. ¿No escucharon la historia de ese barrendero que se llamaba Rasik y que vivía en Dakshineswar? Él lo llamaba 'padre' al Maestro. Cierto día, el Maestro estaba volviendo desde el Panchavati absorto en un ánimo espiritual. En ese instante, Rasik se arrodilló ante Él y le rogó con las manos juntas: "Padre ¿por qué no me bendices? ¿Cuál será mi destino?" El Maestro entonces, le aseguró: "No necesitas temer nada. Tu deseo se cumplirá. Vas a verme en el momento de la muerte". Y es exactamente eso lo que sucedió. Un ratito antes de su muerte, lo llevaron cerca del bosquecillo de tulsi. Y cuando se acercó el momento de la muerte, Rasik exclamó: "¡Llegaste! ¡Viniste a mi, Padre! ¡Realmente viniste!" Y así, Rasik expiró. 


             Swami Sankarananda  narra:

             Rasik era un gran devoto. En su casa tenía un bosquecito de tulsi. Como pertenecía  a la casta más baja, se mantenía alejado de la gente. Se conformaba con ver al Maestro desde una distancia. Cuando el Maestro iba al pinar, Rasik tocaba las huellas de sus pies con su frente. Cierta vez, el Maestro vio esto y lo miró con compasión. Rasik preguntó: "¿Padre, ¿no lograré nada en esta vida?" El Maestro replicó: "Por supuesto, vas a lograr todo. Tantos devotos vienen aquí y tú los sirves limpiando esta quinta de los templos". Después de la muerte del Maestro, Rasik estaba agobiado de pena. Su salud se quebrantó. Ya no podía  trabajar. Gradualmente dejó de venir a barrer el patio. Su hija comenzó a barrer, ocupando el cargo del padre. Rasik estaba muy enfermo. Antes de su muerte, le pidió a su mujer y otros familiares: "Todos ustedes almuercen temprano hoy. No vengan cerca mío hasta que no los llame. Eran las 10 de la mañana. De repente, su rostro se llenó de alegría y exclamó: "¡Padre, viniste! Así que no me olvidaste." 


             Kumudbandhu Sen registró la siguiente reminiscencia de Ramlal, un sobrino de Ramakrishna:

          Escucha: Una tarde, el tío estaba descansando en su cuarto. Entonces se levantó y fue a la veranda. Señalando a Rasik, el barrendero del templo, me dijo: "Rasik no es un mortal insignificante sino un ciudadano del cielo en forma humana". Otro día el Maestro fue al pinar y yo le llevé la jarra con agua y la toalla. Rasik estaba barriendo el área del Panchavati. Cuando el Maestro volvía a su cuarto, Rasik se prosternó a sus pies. Sonriendo, el Maestro inquirió sobre su bienestar. Rasik se levantó y dijo que no podía remediar el accidente de haber nacido en una casta baja, lo cual lo condenaba a llevar la despreciable vida de un barrendero. Rápidamente, el Maestro replicó  que no debería lamentar su status social ya que después de todo había nacido como ser humano, lo más elevado de la creación de Dios. Y que el Ser Supremo moraba en él.

          El Maestro le recordó que no existe ocupación alguna que sea incompatible con la aspiración espiritual más elevada. Fue la buena fortuna de Rasik haber sido encomendado con la sagrada tarea de barrer el patio y las escalinatas del templo, santificados por el polvo de los pies de miles de devotos que venían a adorar a los santuarios. Con los ojos bañados en lágrimas, Rasik preguntó: "Padre ¿voy a ser salvado?" Con una graciosa sonrisa, el Maestro le pidió que plantara un bosquecillo de tulsi en un rincón de su patio y que allí cantara el nombre de Dios. 

            Dos años después de que el Maestro dejara su cuerpo, el hermano Ramlal encontró a la esposa de Rasik cerca del Panchavati. Estaba llorando desconsoladamente. El hermano Ramlal le preguntó qué había sucedido. ¿Cómo estaba Rasik? Ella replicó que su esposo estaba muy enfermo. Los hijos habían llamado a un doctor, pero él se rehusaba a tomar cualquier medicina. Insistía en que le dieran charanámrita (agua santificada). Como Rasik era un devoto vaishnava, el hermano Ramlal inmediatamente fue al templo de Radhakanta, juntó algo de agua santificada y unas hojas de tulsi y se las dio a la mujer de Rasik. Como el hermano Ramlal no volvió a verla, fue a su choza unos días después. La mujer y los hijos lloraban y dijeron que Rasik había muerto.   

          Contaron así cómo fueron los últimos días de Rasik: El agua santificada del templo de Radhakanta parecía tener sobre él un efecto estimulante. Se sentía mejor. Su fiebre bajó y pasaba sus horas de vigilia cantando los nombres del Señor y rezando fervorosamente. Un día, después del mediodía, cuando habían regresado de su trabajo, él insistió en que almorzaran inmediatamente. Cuando acabaron de cumplir con ese deseo suyo, les pidió que lo llevaran afuera al bosquecillo de tulsi. Hacía calor afuera. De poca gana cumplieron su deseo. Se acostó sobre una estera con su rosario en la mano y les pidió que cantaran el nombre del Señor. Cuando había pasado media hora, su rostro se iluminó. Su mirada se volvió ardiente y en sus labios jugaba una sonrisa. Exclamó: "¡Oh, por fin viniste! ¡Qué belleza inigualable, gloriosa y resplandeciente!" Entonces cerró lo ojos y les pareció ver un halo rodear  su rostro sereno y radiante cuando entró en el sueño eterno.         
          Rasik no fue un actor prominente en el divino drama de Ramakrishna. Aunque el público no lo vio sobre el escenario, fue él quien tuvo la responsabilidad de mantener limpio ese escenario - la quinta de los templos de Dakshineswar. En su vida demostró que el trabajo es adoración y que cada uno es grande en su lugar.   

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lunes, 25 de agosto de 2014

COMO VIVIR CON DIOS, de Swami Chetanananda-Capítulo 11: RAMAKRISHNA Y LOS BOHEMIOS



          Según el Bhagavad Guita, Dios se encarna como ser humano en cada época, cada vez que declina la rectitud y prevalece la irreligiosidad. Primero restablece la eterna religión, segundo protege a los buenos y tercero destruye a los malos. Sri Ramakrishna es un avatar, entonces tendrá esas características.


                     Ramakrishna   restableció   la   religión 
          En la historia religiosa de India, el siglo XIX fue un período caótico. Muchísimos movimientos religiosos se desarrollaron, se disolvieron y pasaron al olvido. La India estaba entonces bajo el dominio de los ingleses, los franceses y los portugueses. Los misioneros cristianos aprovecharon esta oportunidad para convertir a los hindúes, amparados en los gobernantes cristianos. Los científicos y filósofos occidentales atacaron vehementemente los ideales religiosos tradicionales de la India y declararon la supremacía de la ciencia moderna. Algunos hindúes educados adoptaron estos ideales y aceptaron su premisa: la meta de la vida no es Dios sino los placeres sensorios. Comamos, bebamos y seamos felices. 
          Durante este período tumultuoso Ramakrishna restableció exitosamente la eterna religión de la India por medio del razonamiento y la experiencia. Practicó el hinduismo, luego el islam y el cristianismo. Por medio de cada sendero alcanzó la misma verdad y luego declaró: "Tantos tipos de fe, tantos senderos". Así Ramakrishna predicó la armonía de las religiones en esta época moderna.  


                      Ramakrishna  protegió  a  los  buenos

          Como avatar, Ramakrishna protegió a gente buena de la trampa de maia y transformó a gente mala en buena. En verdad, Ramakrishna protegió a cualquiera que tomara refugio en Él, bueno o malo, piadoso o pecador, rico o destituido, devoto o borrachón. Por esta razón, algunos puritanos y críticos de mente estrecha lo acusaron de no mostrar suficiente repudio a las prostitutas y la gente inmoral. También lo acusaron de dar refugio a gente que era inmoderada en sus hábitos. Max Müller, el famoso orientalista alemán, dio una explicación satisfactoria a la tolerancia de Ramakrishna en su libro  Ramakrishna, su vida y sus dichos :  "Si, como se me dice, él no mostró suficiente repudio moral contra las prostitutas, no se encuentra del todo solo en esto entre los fundadores de religiones. Si no honró el principio de la total abstinencia de las bebidas alcohólicas,  que yo sepa nadie lo acusó jamás de beber en exceso".   Respecto de esta segunda acusación, el Swami Vivekananda observó:  "¡Formidable acusación, realmente! ¿Por qué el Mahapurusha (Ramakrishna) no echó a puntapiés y ahuyentó con repugnancia a los borrachos, las prostitutas, los ladrones y todos los pecadores de este mundo?"
Hay un dicho: "Una iglesia no es un museo de santos. Es un hospital para pecadores". 


                    Ramakrishna   destruyó   el   mal

       Podrán decir que aunque Rama mató a Rávana y otros demonios y Krishna mató a Kamsa y otros, Ramakrishna no destruyó a nadie. Esto es cierto. Sabemos por las biografías de Ramakrishna, que Él nunca dirigió una sola palabra dura a nadie, ni hablar de castigar a los malvados. Su vida estuvo llena de amor y sublimidad y su cuerpo era extremadamente frágil. Ramakrishna puede no haber destruido ningún demonio o vencido a ninguna persona perversa pero tenía la maravillosa habilidad de erradicar las malas tendencias en los demás.  Lo sutil es más poderoso que lo denso. Matar a un hombre es fácil, pero es muy difícil destruir sus malas tendencias. Ramakrishna mató al más poderoso demonio de esta época: la duda. Por medio de su divina vida y sus experiencias espirituales, destruyó toda duda en aquellos que llegaron a Él. Realizó a Dios e impartió esa realización a los discípulos occidentalizados que lo desafiaron. Es así como encontramos que estaban presentes en Ramakrishna las tres características de un avatar. (encarnación de Dios)


              Ramakrishna   y   Guirish   Chandra   Ghosh
         
          Es realmente asombroso cómo Ramakrishna, teniendo una naturaleza tan dulce, tierna y frágil, pudo arreglárselas con los bohemios. El famoso actor y dramaturgo Guirish Chandra Ghosh era un rebelde, borracho, libertino, ateo y completamente bohemio. Se presentó ante Ramakrishna diciendo: "Yo soy un pecador". Ramakrishna: "El infeliz que constantemente está machacando sobre el pecado se vuelve un pecador". Guirish: "Señor, allí donde yo solía sentarme el mismo suelo se volvía impuro". Ramakrishna: "¿Cómo puedes decir eso? Suponte que alguien lleva una luz a un cuarto que estuvo en la oscuridad por mil años. ¿Iluminará el cuarto poco a poco o de repente?" 
           Había pocos pecados a los que Guirish no se hubiese entregado. Una vez dijo: "Bebí tanto vino en mi vida que si las botellas estuvieran apiladas una sobre la otra, habrían alcanzado la altura del Monte Everest."
          " Una noche, cuenta Guirish, yo estaba borracho y eufórico e iba a visitar un prostíbulo con dos de mis amigos. Pero de repente sentí un ardiente deseo de visitar a Sri Ramakrishna. Los tres amigos alquilamos un coche y fuimos a Dakshineswar. Ya era noche cerrada y todos estaban dormidos. Los tres entramos a la habitación de Ramakrishna borrachos y bamboleándonos. Ramakrishna tomó mis manos y comenzó a cantar y a bailar en éxtasis. De repente me vino la idea: 'Acá hay un hombre con un amor tal que abarca a todos, incluso a un hombre perverso como yo, cuya familia me hubiera condenado al verme en este estado. Seguramente este santo, respetado por los justos, es también el salvador de los caídos' ".
          Guirish se entregó, se refugió en Ramakrishna, haciéndolo su apoderado. Tenía 125% de fe en el Maestro y sabía que el Maestro era un avatar y el salvador de las almas.  Años más tarde solía decir: "Si yo hubiera sabido que existe una sepultura tan inmensa en la que uno puede tirar sus pecados, hubiera cometido muchos más".
           La transformación de Guirish es hoy algo legendario. Ramakrishna le dijo: "Guirish Ghosh, no te preocupes, la gente va a quedar sorprendida por tu transformación.
         Algunos dicen que Ramakrishna enfermó de cancer por haber tomado sobre si los pecados de Guirish y otros como él. Cando el Maestro vivía en Cossipore, Guirish no lo visitó muy a menudo porque no soportaba verlo enfermo. Un día fue allí después que el Maestro había comido un poco de postre de maizena. La taza sin lavar con los restos del postre mezclados con las secreciones de la herida de su garganta estaba todavía en el suelo y algunas hormigas estaban comiéndolo. Señalando la taza, el Maestro le dijo a Guirish: "Mira, y todavía la gente me llama un avatar". Guirish inmediatamente observó: "Señor, ahora aún estas hormigas van a lograr la liberación , porque ¿por qué otra razón habría usted de sufrir esta enfermedad?



                                           Ramakrishna   y   Surendra   Nath   Mitra  


            Surendra Nath Mitra parecía ser un típico joven de su época, de mente abierta, despreocupado e indiferente a la religión. Era hermoso y tenía buena figura. Ocupaba un cargo bien pago como agente comercial en la Dost Company, una firma británica importante en Calcuta. Estaba casado pero no tenía hijos. La mayor parte de sus amigos eran bohemios y como ellos, Surendra a menudo se embriagaba y era promiscuo. Al mismo tiempo, sin embargo, era franco y sincero, de gran corazón y extremadamente generoso. A los treinta años, Surendra conoció a Ramakrishna. 
          Aunque sus recursos económicos eran buenos, su conducta licenciosa estaba deteriorando su paz mental. Hasta llegó a pensar en suicidarse. Ram Chandra Datta era vecino de Surendra y sabía de su angustia. Ram había estado visitando a Ramakrishna en Dakshineswar por algún tiempo. Como quería ayudarlo a Surendra, muchas veces le pidió que lo acompañara. Pero Surendra siempre se negaba. Decía: "Mira, es muy bueno que tú lo respetes, pero ¿por qué quieres que yo vaya a verlo? Yo voy a sentar mal allá, como una grulla entre cisnes.  ( Surendra bromeaba con la palabra hamsa, que significa o bien cisne, o bien alma. La palabra Paramahamsa significa un sannyasin de la más alta categoría, o sarcásticamente un gran cisne ) . Yo ya vi bastante de todo eso". Ram se sintió herido por esta observación burlona sobre su gurú, pero no desistió. Después de mucha persuación, Surendra finalmente accedió: "Muy bien, voy a ir, pero si ese santo tuyo es un estafador voy a retorcerle las orejas". Con esa actitud Surendra se acercó a Ramakrishna.
           Gradualmente su vida cambió: se volvió un gran devoto y un proveedor para las necesidades del Maestro. Lo amó y lo sirvió de todo corazón y más tarde fue el primer patrono del Monasterio de Ramakrishna en Baranagore.


                     Ramakrishna   y   Kalipada   Ghosh

         Kalipada fue otra de esas almas sin rumbo que Ramakrishna salvó. Como Guirish era completamente bohemio, libertino y borracho. Swami Adbhutananda relató en sus reminiscencias cómo Ramakrishna transformó la vida de Kalipada :
         Una noche, Guirish Babu llegó con Kalipada Ghosh. Kalipada estaba terriblemente borracho. Se negaba a darle dinero a su familia y lo gastaba en vino. Pero su mujer era muy pura. Escuché que muchos años antes, ella había llegado al Maestro en busca de alguna clase de medicina que cambiara las tendencias de su marido. El Maestro la mandó a la Santa Madre. La Santa Madre la mandó de vuelta al Maestro. Él de nuevo la mandó a la Santa Madre y este intercambio se repitió tres veces. Finalmente, la Madre escribió el nombre del Maestro en una hoja de bel que había sido ofrecida al Señor y se la dio a la mujer de Kalipada  diciéndole que cantara el nombre del Señor.
          La mujer de Kalipada cantó el Nombre del Señor por doce años. El día que el Maestro lo vio a Kalipada por primera vez,  observó: "Este hombre vino aquí después de atormentar a su mujer por doce años". Kalipada se estremeció pero no dijo nada.
          Entonces el Maestro le preguntó :  "¿Qué quieres?"
          Sin empacho, Kaliada pidió: "¿Puede darme un poco de vino?"
          El Maestro sonrió: "Sí, puedo. pero el vino que yo tengo causa tanta borrachera que no vas a poder soportarlo".
          Kalipada lo tomó al pie de la letra y preguntó: "¿Es auténtico vino inglés? Por favor, deme un poco para remojar mi garganta".
          "No, no es vino británico", dijo el Maestro, aun sonriendo, es totalmente casero. Este vino no se le puede dar a cualquiera  porque no cualquiera lo aguantaría. Si alguien lo prueba aunque sea una sola vez, después de eso el vino británico le va a parecer insípido para siempre. ¿Estás listo para tomar mi vino en vez del  otro?"
          Por un rato, Kalipada se quedó pensativo y luego le escuché decir: "Por favor deme ese vino que me va a embriagar para toda   la vida". El Maestro lo tocó y Kalipada comenzó a llorar. Nosotros tratamos de calmarlo pero él siguió llorando a pesar de nuestros intentos.
          Un día, el Maestro le pidió a Kalipada que abriera la boca y sacara la lengua. Entonces, con su dedo, el Maestro escribió un mantra sobre ella. A partir de allí cayó un telón sobre el capítulo oscuro en la vida de Kalipada. Toda su personalidad cambió y la gente quedaba perpleja al ver su transformación espiritual. Más tarde, él siempre lloraba cuando cantaba el nombre de Ramakrishna.




                      Ramakrishna   y   Manmatha

      Swami Akandhananda, un discípulo monástico de Ramakrishna, escribió la siguiente historia de Manmatha, quien había sido contratado para intimidar al Maestro:

         "Sri Ramakrishna a menudo visitaba a los devotos en sus casas en Calcuta. Una vez fue a casa de Yoguin-ma en Nebubagan, Baghbazar. A Hiralal, hermano de Yoguin-ma, no le gustaba que su hermana visitara al Maestreo en Dakshineswar. Nos llegó la noticia de que cuando Yoguin-ma invitó al Maestro a su casa, Hiralal lo contrató a Manmatha, un famoso gimnasta y luchador de Gosainpara, para que lo asustara. Manmatha llegó y escuchó unas pocas palabras del Maestro. Inmediatamente cayó a Sus pies y dijo con lágrimas en los ojos: "Mi Señor, yo soy un delincuente. Por favor perdóneme". El Maestro dijo: "Muy bien, ven un día a Dakshineswar".
               Yo tenía muy buena relación con Manmatha. Él me pidió: "Por favor, acompañame a Dakshineswar. El Maestro me pidió que lo visitara. Entonces fijamos una fecha y fuimos allí en coche. Llevamos para Él un pote de rasagollas (bollitos dulces y jugosos) de Navin Maira, un famoso confitero.
       No sería ningún despropósito aquí contar algo sobre Manmatha. Era un gran gimnasta y sus fuerzas eran tales que podía hacer frente él solo a un centenar de personas. Todos los domingos, dos grupos de muchachos de la Escuela Vidyasagar solían competir para determinar cuál era el más fuerte. Una vez, el grupo de Baghbazar lo contrató a Manmatha.  Cuando comenzó la lucha entre el grupo de Baghbazar y el de Shyampukur, el primero salió corriendo, ya que el segundo era más fuerte. Manmatha peleó solo, hasta que cayó al suelo y el grupo rival lo golpeó despiadadamente con las vigas de las barras paralelas. Complacido, el grupo de Shyampukur le dijo a Manmatha: "¡Bravo! Nos venciste al recibir esta paliza tan fuerte. Probablemente no haya en toda Calcuta una sola persona que hubiera podido soportar semejante tunda."
          Una vez, en Baghbazar, se organizó una representación teatral de amateurs. En el drama Sarat-Sarojini, Manmatha actuó haciendo el papel de un ladrón. Cuando apareció sobre el escenario con un rugido, vestido con ropajes de seda roja y una peluca hirsuta, toda la audiencia tembló de miedo. 
               Manmatha también trabajó como guardaespaldas de Priya Mitra, el único hijo de Kirti Mitra, un muy adinerado vecino de Calcuta. Manmatha era un acabado bohemio. Había desechado su cordón sagrado y comía comida prohibida.
               Cuando llevé a Manmatha al Maestro, Él lo recibió con cariño y le habló. Yo dije: "Señor, este muchacho es un rufián famoso y hasta las bandas de ladrones de Calcuta lo temen. Aveces alguna de esas bandas lo contrata. El Maestro empujó su cuerpo con un dedo y preguntó: "A ver, ¿es cierto eso? ¡Oh, qué duro es tu cuerpo!"
                 El Maestro se enteró de que Manmatha había renunciado al cordón sagrado, entonces le preguntó "¿Por qué no usas el cordón sagrado?" Manmatha replicó: "Señor, me siento incómodo porque se empapa con la traspiración". El Maestro le pidió que lo volviera a usar. Luego lo acompañó hasta el templo de Kali y allí lo bendijo.
                 En nuestra siguiente visita al Maestro fuimos por bote y le llevamos rasagollas. Esta vez también el Maestro le dio algunos consejos. Después de esto, Manmatha no habló abiertamente con nadie sobre la gracia que había recibido del Maestro. Exteriormente nadie podía ver ningún signo de su transformación.
                 Algunos años más tarde, cuando yo estaba viajando por los Himalayas, el Swami Shivananda me contó lo siguiente sobre el cambio de Manmatha: "Manmatha está viviendo en la casa de su tío materno, cerca del templo de Siddheswari en Baghbazar. Ahora él es un hombre completamente diferente. Su cuerpo fuerte y musculoso está flaco y su cabeza cubierta de pelo lanudo. Se lo ve completamente indiferente hacia su cuerpo".
                 Después de vivir algunos años en el Tibet,  retorné al monasterio de Baranagore, en 1890. Una tarde llegó Manmatha. Andaba descalzo y estaba cubierto por una sola pieza de tela. Con las manos juntas, lloraba: "Priyanath, Priyanath ¡Oh mi querido Señor!" En ese momento estaban en el monasterio el Swami Vivekananda y otros Swamis. Cantamos cantos devocionales y hablamos sobre el Maestro. Swami Vivekananda le pidió a Manmatha que se sentara sobre nuestra cama pero él se sentó en el suelo. Con las manos juntas solo repetía  "Priyanath, Priyanath", y nada más. Lo llevé hasta la capilla y le di un poco de prasad. Después se fue, repitiendo "Priyanath, Priyanath".
                 Cinco años más tarde, fui a verlo y encontré que estaba mirando el sol sin parpadear. No tenía ninguna conciencia externa. Estaba vestido con ropa color ocre y llevaba el cordón sagrado sobre su hombro. Su fornido cuerpo estaba ahora delgadísimo debido a severas austeridades. Estaba completamente indiferente al mundo exterior. Quedé muy sorprendido viendo la transformación de Manmatha obrada por el divino toque de Sri Ramakrishna. Pocos días más tarde, supe que Manmatha acababa de morir de cólera. 


                              El  amor   y   la   aceptación   de   Ramakrishna
        
                Las personas que acompañaron a Sri Ramakrishna en Su divino juego venían de todos los niveles de la sociedad. Él les daba la bienvenida a santos y pecadores, agnósticos y ateos, devotos y gñanis (conocedores), ricos y pobres, borrachos y prostitutas, críticos e hipócritas, actores y cantores, estudiantes y profesores, jueces y abogados, doctores y eruditos, entre otros. Por Su poder espiritual, por Su abnegado amor, Su perspectiva liberal, Su comportamiento dulce y simple, Su pureza y renunciación y sobre todo por su magnética personalidad atrajo a todo tipo de personas. Todos sentían que el Maestro era muy suyo.  La vida de Ramakrishna demostró  cómo el puro amor y no la fuerza puede transformar a las almas díscolas. 

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